¡Hasta siempre Claret!

¡Hasta siempre Claret!
Claret Papiol en 2013 interpretando al Sr. Craconi en el Circ Cric

El mundo del circo está de luto: Claret Papiol, el payaso de la palabra, falleció la pasada noche a los 71 años de edad. La ceremonia de despedida será mañana sábado, a las 12h., en la iglesia de Hostalric (Girona).

Antoni Maria Claret Papiol i March (Barcelona, 18/03/1954) heredó el sentido del humor de su padre.

Llegada la adolescencia, su comicidad creativa fue acogida con simpatía en las clases de teatro de la escuela de los Jesuitas de Caspe y una vez terminado COU, siguiendo el consejo de su amigo Jordi Mesalles, se inscribió en el Institut del Teatre, donde fue alumno de Joan Font y recibió formación como payaso en un taller impartido per Josep Maria Benaiges.

Durante un tiempo, mientras perseguía el sueño de ser actor, trabajó como chico de los recados en una oficina de la Banca Catalana en el paseo de Gràcia de Barcelona. En 1976, una vez completado el servicio militar, cofundó con Jaume Mateu el dúo de payasos Germans Poltrona.

Germans Poltrona

Empezaron haciendo discursos con gran carga política. Y para darle más comicidad al asunto lo hacían en lo alto de un púlpito que llevaba incorporados unos pedales que al pisarlos hacían aparecer unos rótulos que inducían a los espectadores a reaccionar: “¡Silbad! ¡Gritad! ¡Reíd!

Los mítines se adaptaban a las problemáticas de los barrios donde actuaban y los dos payasos se transformaban en agitadores de masas que se posicionaban en extremos radicalmente opuestos para provocar al público, alentándole a decir la suya.

Estos parlamentos en lo alto de la máquina de hacer discursos eran tan valiosos que un día Claret se olvidó dentro de la caja fuerte de la Banca Catalana el papel donde había escrito uno y no les quedó otra que improvisar.

Había quien no entendía que un payaso como Claret llevara bigote y pelo largo y que el dúo huyera del formato clásico de augusto y carablanca. Poco les importó: nada ni nadie podía detener sus ganas de hacer reír a su manera. 

Sal a hacer reír y fracasarás; fracasa y harás reír

Claret Papiol

En 1978 crearon el Circ Cric, un humilde circo al aire libre que fue la mejor escuela posible. Ambos fueron aprendiendo habilidades propias del circo. Para Claret, a quien le costaba horrores hacer estas cosas extraordinarias, fue una gran alegría convertirse en un Robin Hood capaz de reventar globos atravesándolos con flechas.

Se sentía más cómodo haciendo de partenaire de Tortell cuando éste caminaba por la cuerda floja y él comentaba la jugada como si fuera un locutor radiando un partido de fútbol o bien cuando, vestido con un mono elástico de mujer lleno de flecos de arriba abajo, giraba cómicamente sobre sí mismo para moverlos, mientras su compañero —vestido con una capa inmensa que había utilizado Escamillo en su época de El Molino— subía y bajaba por una escalera con un palo en la barbilla, sosteniendo en equilibrio una bandeja rellena de copas llenas de agua.

Esta poca habilidad física de Claret podríamos hacerla extensiva a la música: sólo era capaz de dar vueltas por la pista tocando el bombo y los platillos mientras que Tortell ya tocaba por aquel entonces el saxo soprano y el saxo barítono, instrumentos que aprendió de manera autodidacta.

En 1980 sus caminos artísticos se separaron, volviéndose a encontrar más adelante en obras como Hiper-perplex-Turbo (1988) o Tot esperant Godot (1999).

Claret no quiso embarcarse en la nueva etapa del Circ Cric con carpa por motivos de salud y también porque se dio cuenta de que trabajar en un circo en ruta requería mucha energía y exclusividad que contrastaba con su deseo de tener un ritmo de vida más pausado, que le llevó a cambiar el estrés de Barcelona por la tranquilidad de Sant Esteve de Palautordera, donde convivió durante dos años con sus nuevos compañeros de trabajo, los titiriteros Marduix Teatre.

En 1983 se embarcó en el proyecto de la Compañía Còmica La Ganga para crear El gran sidral, una obra teatral que recordaba las absurdas situaciones recreadas en las películas de los hermanos Marx.

Claret interpretaba el papel de un presentador que aparecía en el escenario en el mismo momento que lo hacía el Doctor Soler: los dos habían sido convocados por error para presentar el mismo espectáculo el mismo día y hora.

Así comenzaba una rivalidad entre ambos que les llevaba a decir al unísono una misma presentación, tras la cual se miraban y se preguntaban a la vez: “¿Se puede saber qué hace usted aquí? ¿Quién? ¿Usted o yo? Pues vamos arriba a dirección a aclararlo”.

Ambos subían al ascensor y allí se encontraban con el ascensorista (Ferran Rialp). Y a partir de aquí, se liaba la de Dios y Claret iba cambiando de personaje, interpretando un dúo de payasos con Jordi Bardavio, faquir cómico o un indio del Far West que lanzaba una flecha a las posaderas del Doctor Soler…

Claret y el Doctor Soler exportaron su particular versión del augusto y el carablanca a Fes Flash, programa infantil de TV3 (1985-87) y más adelante el primero hizo dúo con Pep Parés en El Capità Enciam (1993-94); donde interpretó el papel de Blaï Brossa, el hombre de las mil caras, que mostraba comportamientos incívicos con el medio ambiente que provocaban la intervención del superhéroe.

En 1988 fundó la Compañía Claret Clown, con la que creó espectáculos como Karkagrankajadas (1989), Míster Gagman o la Teorría de la Risa (1989), Ple de Buit (1991), Tours Culturals Tourmix (1998), Ipso Flauto (1999), Sóc un pallasso (2007) o K.O.L. 1714 (2013).

Además actuó en otras producciones como Petita feina per a pallasso vell (2009) —junto a Monti y Jordi Martínez—, Devos a Vós (2006) o Els Exploradors de l’Aigua (2017). 

Tras hacer de Messieur Loyal en la primera edición de los Premios Zirkólika recibió una llamada de Carles Raluy proponiéndole asumir este rol en el Circ Raluy.

Claret se integró en el elenco del espectáculo Generacions, durante la temporada de otoño-invierno 2011-12. En este corto período, en el que el circo realizaba la ruta de Girona a Barcelona, ​​hizo todo un máster de interpretación del lenguaje del circo tradicional. 

Carles Raluy definió así a Claret cuál era su papel: “El Monsieur Loyal es el dueño del circo que te enseña el espectáculo”.

El veterano artista le enseñó a no anticiparse a la reacción del público después de una proeza. Lo mejor que podía hacer era guardar unos segundos de silencio para no pisar la reacción del respetable y a continuación destacar la acción empleando unas breves palabras como el inconfundible “Bravo, Bravo, Bravo!” que caracterizaba al director del Raluy. 

Lluïset Raluy, por su parte, le transmitió la teoría de que todas las entradas de payasos tienen que acabar con una persecución por la pista. Esto era lo único que podía repetirse temporada tras temporada ya que si no el público fiel se queja diciendo “esto ya lo hemos visto…”

Claret recibió varios reconocimientos como el Premio Sabatot Alegre (2008), el Premio Fad-Sebastià Gasch (2008), el Nas d’Or del Festival Internacional de Payasos de Cornellà (2018) o el Premio Zirkólika a su trayectoria (2023).

Pero el mejor reconocimiento de todos es el cariño, tanto del público como de sus compañeros y compañeras de profesión.

Payaso, profesor y por encima de todo una extraordinaria persona.

Querido Claret tu paso por este mundo ha sido un regalo para todos los que tuvimos la suerte de conocerte, descansa en paz.

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