Monsieur Chocolat

Monsieur Chocolat

Para empezar —como declaración de principios—, me da igual si la película Monsieur Chocolat (2016), dedicada al payaso negro Chocolat, es demasiado larga, tiene los vicios de una película biográfica o no se ajusta a la realidad. Para mí, el hecho de que podamos ver en la gran pantalla una película cuyos protagonistas son Foottit y Chocolat, el primer dúo de payasos famosos de la historia, es, de por sí, altamente meritorio. Si además, cuenta con la participación del genial James Thierré en el papel de Foottit, me daría igual si la película tiene fallos de continuidad o se ve la vara del micrófono, que no es el caso. Seré un defensor a ultranza de la película por el simple hecho de visibilizar una parte importante de la historia de los payasos, por el hecho de ocuparse del circo no solamente como escenografía, sino como tema, como relato.

La historia de todo esto comienza a finales del 2008 cuando el colectivo francés Daja se moviliza para recuperar la memoria de Chocolat con la producción de un espectáculo teatral, la realización de una exposición y la publicación de varios libros, entre ellos, dos de Gérard Noiriel: Chocolat, clown nègre:L’histoire oubliée du premier artiste noir de la scène française (Éditions Bayard, 2012) y Chocolat:la véritable histoire d’un homme sans nom (Éditions Bayard, 2016), el libro del que parten los guionistas de la película.

El autor, historiador pionero de la inmigración en Francia, descubrió al payaso negro en una nota a pie de página de un libro del lingüista canadiense Marc Angenot y su curiosidad histórica le empujó a conocer más sobre ese personaje amado y aplaudido por los parisienses de la Belle Époque. Ocho años más tarde, su trabajo de investigación se ve reflejado —además de en la página web [http://clown-chocolat.com], en las exposiciones, los libros y los espectáculos teatrales ya mencionados— en esta película del actor y director francés Roschdy Zem.

Basada en un libro de un historiador especialista en la inmigración en Francia y dirigida por un francés de origen marroquí, la película se centra en el aspecto más social de la biografía del artista negro y muestra los tics racistas de la Francia ilustrada de finales del siglo XIX. Inmortalizada por Toulouse-Lautrec en la litografía Chocolat dansant dans un bar y por los hermanos Lumière con una serie de seis piezas dedicadas a Foottit y Chocolat (Boxeurs, Acrobates sur la chaise, Guillaume Tell, Le policeman y La mort de Chocolat), la vida de Rafael Padilla, alias Chocolat, no fue fácil.

Estibador en Bilbao

Esclavo en Cuba, minero y estibador en Bilbao —donde lo conocían por el apodo del Rubio—, estrella de circo en un París con apenas un centenar de negros, la vida de Rafael transcurre entre los extremos. Descubierto en los muelles de Bilbao por el payaso Tony Grice —no por Foottit en el Circo Delvaux como indica la película: el Circo Delvaux es una invención—, y contratado por este como asistente artístico y doméstico, Rafael abandona Bilbao y comienza una gira por Inglaterra. Uno de sus primeros papeles en la pista fue haciendo de las patas traseras de un caballo de tela junto al payaso portugués y compañero de Grice, Tonitoff. A finales de 1880, Grice, Tonitoff y Rafael están en París y Rafael pronto disfruta del éxito en el papel principal de la pantomima La noce de Chocolat, representada en el Nouveau Cirque del exitoso empresario Joseph Oller.

No es hasta ocho años más tarde que el payaso británico Georges Foottit —que estaba en decadencia—, comienza la relación artística con Rafael Padilla. Esta nueva pareja de payasos es la catalizadora de la evolución de los dúos o equipos de payasos. Aunque algunos estudiosos sugieren que Foottit se servía de Chocolat para humillarlo y quedar siempre por encima, las películas de los hermanos Lumière nos muestran que Chocolat no es un sujeto pasivo: en cuanto puede da la vuelta a la tortilla y el ridiculizado resulta Foottit. La dificultad de Chocolat para aprenderse un papel y su falta de disciplina, sumado a los problemas de Foottit para improvisar en francés, obligaban a la pareja a ensayar las entradas de una manera más estructurada, lo que a la larga les sirvió para que fuesen proclamados como los padres de la pareja de payasos: el payaso o carablanca y el augusto. 

Es una gozada toda la primera parte de la película cuando vemos los esfuerzos de Foottit por adiestrar a Chocolat en el arte de hacer reír. Es nada más y nada menos que el nieto de Charlot el que se encarga de enseñárselo. El actor y artista de circo James Thierré encarna a un Foottit autoritario e insolente, pero comprensivo y abierto. Un payaso con mucha experiencia, hijo y nieto de payasos, como el actor que lo encarna. Una gozada, como ya he dicho.

Hay cierta relación, salvando las distancias, de esta película con Vénus noire (Abdellatif Kechiche, 2010). En ambas se muestra a la sociedad europea del siglo XIX como una sociedad racista y que se cree superior moral e intelectualmente a aquellos considerados diferentes, sometidos en lejanas colonias, usurpados sus territorios y riquezas, y esclavizados. Algunos de ellos, como la Venus Hotentote, explotados en la incipiente industria del entretenimiento sin ningún escrúpulo y en condiciones infrahumanas.

Afortunadamente, en Monsieur Chocolat esta visión es más relajada que en Vénus noire y la dureza de la realidad de la época se diluye en una historia de amistad y amor —a destacar la difícil relación para la época de Rafael con Marie Grimaldi, divorciada y amante de un artista negro—. En fin, que Monsieur Chocolat, a pesar de algunos altibajos, es una excelente historia de circo muy recomendable.

Javier Jiménez

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