Entrevista a la equilibrista Quincy Azzario

Entrevista a la equilibrista Quincy Azzario

Por Neus Molina / Barcelona. Quincy, de madre inglesa y padre español, me recibe en la bonita carpa del Circo Histórico Raluy instalada las pasadas navidades en el Port Vell de Barcelona. Su acento es una mezcla de viajes y vivencias, en un español perfecto con dejes italianos me habla de feminismo, animales, viajes y delfines. La joven equilibrista se unió durante un año a la mítica familia de los Raluy para demostrar que en el circo tradicional hay espacio para solos de mujeres libres y talentosas. Pudimos conversar con esta equilibrista poco antes de que dejara el Circo Histórico Raluy e iniciara la nueva temporada en el circo alemán Roncalli. 

Me tienes un poco desorientada… he leído que naciste en Barcelona, pero nunca la habías pisado hasta ahora… ¿De dónde eres? O mejor ¿de dónde te sientes?

Mi madre [Giulia Azzario] nació en Londres pero su madre era irlandesa y su padre italiano. Mi padre [el payaso José Michel] es español, de la familia Santos, una familia de circo. Yo nací en Barcelona de casualidad, ¡llevo toda la vida viajando y trabajando en el circo de mis padres, luego con mi hermana y ahora sola! ¡No me siento de ningún lado! Hablo cinco idiomas y mi casa es muchos sitios.

O sea, que llevas toda tu vida dando vueltas por el mundo…

¡Sí!

¿Dónde estudiaste?

Estudié en la escuela española por correspondencia hasta los 11 años, de los 11 a los 13 estuvimos viviendo en Verona, donde mi hermana y yo estudiamos en una escuela de circo y de los 13 a los 16 otra vez en el instituto a distancia.

¿Y cómo fue aprender así?

Bien, nunca tuve ningún problema. A mí lo que me gustaba era estar en el circo. El único hándicap eran los cambios de idioma: ¡escuela en español, luego en italiano y luego el idioma del país donde estuviéramos instalados con el circo!

Hablas cinco idiomas… ¿cuáles?

Italiano, francés, español, inglés y alemán

Empezaste a trabajar con tu hermana, pero desde hace un par de años haces un número tú sola.

Sí, con mi hermana [Katie] trabajamos ocho años, luego ella conoció a su marido, un domador de leones americano [Alexander Lacey] y se instaló con él. Me gusta mucho trabajar sola, me siento más libre pero tengo más competencia, el dúo de equilibrio que hacíamos con mi hermana era único.

Con tu hermana incluso ganasteis en 2012 un Clown de Plata en el festival de Montecarlo.

Eso nos ayudó mucho a posicionarnos dentro del sector, a ser más conocidas. A raíz de eso no dejamos de trabajar por todo el mundo.

¿Cómo ha sido trabajar en los circos más prestigiosos del mundo?

Maravilloso, siempre he tenido una acogida buenísima.

¿Cómo ves la situación del circo en Europa y en España?

Veo mucha crisis por culpa de la prohibición de trabajar con animales. Además, ahora que tengo un cuñado domador [Alexander Lacey] veo el cuidado que requieren los animales y el dinero que hay que invertir. Creo que no deberían prohibir los animales, sino hacer leyes para protegerlos y castigar a los circos que no los tratan debidamente. Además, devolver animales a su hábitat natural es un riesgo en los animales que han estado en el circo, estos no saben cazar para comer o encontrar alimentos y además hay peligro que los maten los cazadores furtivos.

¿El público pide animales?

Sí, quizás en Catalunya menos pero en general en los circos los niños quieren ver leones, elefantes, caballos… la gente está dejando de ir al circo porque no pueden ver animales actuar.

¿Qué opinas de la mujer en el mundo del circo? En general, en el circo tradicional la mujer aparece más de acompañante, con un papel más secundario. En el contemporáneo parece que hay más presencia y reivindicación del papel de la artista.

Mi hermana y yo hemos sufrido el machismo del circo durante años. Nosotras hacíamos un espectáculo doble de mano a mano con trucos que eran poco “femeninos”. Hacíamos trucos de hombres y los hacíamos mejor que ellos. A menudo, teníamos que escuchar comentarios como “no hagáis tantos trucos, haced coreografías que sois guapas, sois mujeres”. Nosotras somos feministas y cuanto más oíamos estas cosas, más trucos hacíamos y más celosos se ponían. Los hombres no quieren que las mujeres ocupemos sus espacios tradicionales. El circo tradicional todavía es muy machista. Tengo la sensación de que el circo clásico es más machista que el contemporáneo. Pero yo ahora tengo un número sola, no soy acompañante de nadie.

¿En qué lugares has notado más discriminación por ser mujer?

En general en el sur de Europa y en Latinoamérica. En EE. UU. y en circos del norte como Suecia u Holanda se percibe más igualdad de trato.

¿Has detectado que exista un problema con la maternidad y el circo?

En mi entorno no, mis compañeras y yo trabajamos con contrato. Las embarazadas que yo he conocido trabajan hasta cuando pueden y luego tienen una baja. Creo que con las artistas que cobran por bolo es distinto.

¿Cómo ha sido esta experiencia en la capital catalana?

Es la primera vez que trabajo en Barcelona y ¡me encanta! Tengo muchas ganas de repetir la experiencia. Me encanta esta ciudad y por fin he podido conocerla… en ocho años de carrera con mi hermana nunca pasamos por Barcelona. Una lástima.

¿Qué planes tienes para el futuro?

Llevo tres años actuando sola, tengo 24 años y todavía veo que tengo carrera por delante pero mi plan no es estar en el circo toda mi vida, yo soy un poco más abierta que las del circo tradicional. Me encanta el baile, la fotografía, me encantan los delfines y me gustaría trabajar con ellos. Haciendo un espectáculo, en un zoo, como cuidadora. Los delfines son mi sueño.

(Entrevista publicada en el número 56 de la revista de circo Zirkólika).

 

 

 

 

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