Julie Bergez

Julie Bergez
 
Neus Molina. Julie me contesta los correos electrónicos y las llamadas desde California, así empezamos una breve relación entre periodista y entrevistada que queda lejos de la grabadora de casete, la mesa y la conversación reposada. La contemporaneidad y el teletrabajo nos afecta a las dos, nuestras profesiones no tienen horarios ni orden, nuestros trabajos tienen pasión y libertad. Fue la búsqueda de esta libertad lejos de los corsés establecidos lo que llevó a Julie a apuntarse con seis años a la escuela de circo de San Francisco (EE.UU) y a intentar hacer realidad un sueño que de niña parecía una utopía, y en el que se encontró con voces discordantes que no entendían que el circo es y puede ser un oficio y una forma de vida.
 
La niña Julie con su fortaleza con tan solo 12 años empezó a trabajar con el Cirque du Soleil en una gira de cuatro años que la llevaría por todo el mundo onociendo y aprendiendo una manera de entender el oficio que años más tarde revertiría: de la macroempresa al pequeño formato de creación. Desde entonces, la creadora no ha parado de moverse por el planeta traspasando fronteras artísticas y conceptuales. Hace cinco años llegaba a Barcelona, donde de manera casi intuitiva empezó a descubrir el circo contemporáneo: “No sabía que había otro circo, solo conocía el Cirque du Soleil y el formato americano, mucho más ligado al espectáculo”. Su estancia en Barcelona donde vive de manera intermitente le permitió explorar la diversidad y la autenticidad e “investigar más allá de la técnica”.
 
Julie sabe lo que quiere y pisa fuerte también con respecto a su discurso artístico. Después de Silenzio en el Mercat de les Flors y de compartir la experiencia del embarazo y la maternidad de una de sus compañeras de 
montaje, Anna Pascual, tiene claro que hacen falta más mujeres en escena y dirigiendo. “Creo que como artista tengo la responsabilidad de reflejar, cuestionar y reflexionar sobre los tiempos actuales y lo que nos afec-
ta”, comenta. La mujer en escena que representa Julie es sexi y poderosa, ochentera, una mujer que como ella se inicia en este empoderamiento: “Tenemos que rebelarnos contra los estereotipos de mujer pasiva, frágil y sumisa que necesita ser sexi más allá de su propia decisión”.
 
En el caso de Silenzio, un espectáculo sobre feminismos silenciados, el apoyo y la sonoridad estuvieron muy presentes: “Tenemos que ayudarnos entre nosotras, comunicar las cosas, como en el movimiento #MeToo”. Con respecto al embarazo cree que artistas como Anna Pascual ayudan a no verlo como un problema: “La maternidad, la conciliación y el cuerpo son temas que generan muchos problemas e inseguridades a las artistas, sobre todo con respecto a tener o no trabajo; que Roberto [Magro] contara con Anna en todo el proceso de creación embarazada y después del parto fue muy extraño y bonito”. Las mujeres en el circo avanzan lentamente pero sin freno, cada vez hay más mujeres creadoras y más mujeres como Julie que hacen solos, a pesar del machismo que aún impera dentro del sector. “En el circo contemporáneo el machismo es más sutil que en el circo clásico, pero existe”, opina Bergez.
 
Cuando le pregunto por el circo en los Estados Unidos, me contesta: “En los EE.UU. aún no hay una noción de circo contemporáneo ni festivales potentes como los de Europa. Tampoco hay escuelas de formación ni recursos para las compañías”. “Quizá —añade— la primera en crear un festival podría ser yo”, me confiesa entrecortada por el teléfono. Ojalá.
 
[Reportaje publicado en el número 59 de la revista ZIRKÓLIKA]

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