Pablo Potocnjak: El señor de las peonzas

Pablo Potocnjak: El señor de las peonzas

Marina Suleymanova- La peonza es un juego de tradición popular que pertenece al patrimonio intangible de muchas culturas. En los países de México, Colombia o Taiwán, aparte de crear sus propios diseños de peonzas, tienen una gran variedad de destrezas de este juego. Como disciplina circense, la peonza se incorporó desde hace varios años en los circos tradicionales de América Latina, bajo el nombre de El rey del Trompo.

La peculiar profesión del artista chileno Pablo Patocnjak de la compañía Penélope y Aquiles tiene varios nombres. En catalán se llama baldufaire, en castellano se dice peonzero y en el dialecto latino el domador de peonzas suele llamarse trompero. El artista descubrió el interés por el juego de la peonza en su infancia. Con el pasar de los años, trabajando en la compañía Cortocirquito, lo introdujo como parte del espectáculo Tiempos de Circo. Sus compañeros, en aquel tiempo, fueron Joselito Hernández y Ley Mendoza, y cada uno de los participantes traía a la obra su juego favorito de la infancia. En este contexto, Pablo comenzó a visualizar el potencial escénico y acrobático de este juego popular, y descubrió su carácter universal de la memoria, el contenido cultural y su transversalidad generacional, con los cuales abuelos, padres y niños se identifican recordando parte de su infancia, cultura e identidad.

Objeto espiritual

Para muchas culturas, la peonza ha sido un objeto espiritual. Profundizando en su afición, Pablo investigó sobre su origen y descubrió que los primeros ejemplares de peonzas datan de 4000 años antes de Cristo, desenterrados en las orillas del río Éufrates, pertenecientes a la civilización de Babilonia. La creación del juego de la peonza también se le atribuye a los romanos y los griegos. En la isla de Borneo, se hacían girar grandes peonzas para la época de siembra. En la península de Indochina, las peonzas se usaban en funerales en honor a sus guerreros y para dar la bienvenida a la primavera en la Edad Media. En India, giraban peonzas sonoras en tiempos de sequía para atraer las lluvias y tormentas. Siendo el único

juego que contiene los balanceos universales, los físicos siguen estudiando sus movimientos angulares llamados precesión y nutación.

Por primera vez, el juego del trombo apareció en la vida de Pablo en el colegio, durante las horas de patio, cuando jugaba con los compañeros a diferentes juegos competitivos, usando las peonzas de madera. En el mundo circircense, Pablo entró de forma autodidacta y callejera, y se encontró con diferentes disciplinas como: mástil chino, acrobacia en suelo y aérea, bicicleta acrobática, funambulismo, monociclo, equilibrio sobre objetos, etc. El malabarismo eclipsaba su vida cuando sintió la necesidad de recibir formación teatral para crear sus primeras obras y números. Así empezó sus estudios en la Escuela Internacional del Gesto y la Imagen La Mancha de Chile, donde trabajó el método de Jacques Lecoq.

Una de las creaciones más conocidas de Pablo Patocnjak es el espectáculo El senyor de les baldufes, que el año pasado recibió el Premio Zirkólika especial por presentarnos un universo donde cada juguete tiene vida propia. Esta es la segunda creación de una trilogía giroscópica en la que está trabajando el artista. La primera parte fue Travesías y travesuras de El Butifarra, que habla de la identidad, la tradición popular y el valor de la tierra. Pablo la creó pensando en la cultura catalana. Con el tiempo, conociendo el carácter universal del juego de la peonza y su impacto en el público, el peonzero presentó el siguiente espectáculo. Basándose en la estructura del número, personificando y dando vida a cada una de las peonzas, el artista ha creado el elenco internacional a modo de circo de pulgas. En El senyor de les baldufes, el baldufaire aparece en el papel de Charlatán, presentador del circo ambulante al estilo modernista, en un desmontable y mecanizado tricicarro.

Las peonzas de Pablo son las verdaderas protagonistas del espectáculo y cada una tiene su nombre y representa su país. Trottola, por ejemplo, tiene raíces italianas, los antepasados de Volchok son de Rusia, la historia de Toupie viene de Francia. La peonza gigante que aparece al final del espectáculo está inspirada en la cultura taiwanesa. Diferentes culturas crean distintas formas y diseños de peonzas, como un sello de identidad, por lo que existen un sinfín de modelos y tipos. Se lanzan con dedos, con cuerda o a latigazos, pero todas responden al mismo movimiento giroscópico. Las peonzas que Pablo Patocnjak utiliza en su espectáculo son de madera y están fabricadas en Cataluña, cerca de Vic. “Son muy estables acrobáticamente y bellas. Me transportan a mi infancia, recordándome al trompo chileno”, comparte el trompero.

Pablo imparte talleres de peonzas, enfocados a niños y familias. El primer objetivo es aprender a lanzar, para luego realizar trucos individuales y posteriormente desarrollar juegos colectivos. El artista también realiza un taller familiar en el que propone aprender a través del recuerdo y la memoria, para que abuelos y padres enseñen a sus hijos compartiendo historias de su infancia. La obra El senyor de les baldufes sigue en gira y “goza de una buena salud en el territorio ibérico y en Chile”, según destaca el baldufaire. “Mis creaciones son artesanales, lentas y elaboradas. No desechables, creadas para que ojalá duren toda la vida”, dice Pablo. Ahora el artista está trabajando en la internacionalización de la obra, que ya está traducida al francés y al inglés, esperando abrir camino en el resto de Europa. Además se está preparando la última parte de la trilogía, que tendrá el carácter contemporáneo, emocional y gestual. En la tercera creación, aparecerán los objetos giratorios cotidianos en torno a una pista inteligente, desarrollada por el artista.

(Artículo publicado en el número 60 de la revista ZIRKÓLIKA). Puedes suscribirte a la revista aquí.

 

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