Luces y sombras del circo en Andalucía

Luces y sombras del circo en Andalucía

La Asociación de Circo de Andalucía (ACA) elabora su primer plan estratégico mientras denuncia la ausencia total de apoyo de la Junta de Andalucía. Analizamos desde diferentes ópticas un sector que atraviesa una delicada situación. (Artículo publicado en el número 44 de la revista de circo Zirkólika).

Las artes escénicas andaluzas se han unido en un frente común ante la que consideran una “errática política cultural” de la Junta de Andalucía. En un comunicado lanzado de manera conjunta el pasado mes de febrero, destacaban que resulta “muy alarmante la falta de rigor, formación especializada y compromiso de los representantes políticos con cargos culturales, insensibles al deterioro del tejido profesional” del sector. La Asociación de Circo de Andalucía ACA fue una de las entidades impulsoras de la ofensiva. Y si el teatro, la música o la danza atraviesan un mal momento en Andalucía, la del circo es una situación aún más complicada desde el punto de vista del apoyo institucional, que siempre transmite verbalmente una ayuda que nunca se ve materializado en hechos.

“La situación institucional es de inmovilismo total”, destaca Alfonso de la Pola, responsable de la compañía Rola Bola y con más de 15 años de trayectoria. Sin embargo, la actitud, la constancia y las propuestas de los profesionales del circo andaluz hacen que este sector, pequeño pero muy competente, salga adelante gracias a la iniciativa privada.

Un vistazo general al circo en Andalucía nos permite familiarizarnos con algunas de sus características esenciales: pequeño, desconocido por el público general, formado por pocas e impetuosas compañías de calidad, con una necesidad creciente de profesionalización y una ausencia total de apoyo institucional. Cualidades que son intrínsecas al entorno en el que se mueven: la comunidad de Andalucía no es precisamente un referente en el ámbito cultural y eso lo nota, aún más si cabe, una de las artes escénicas que no está considerada como tal por las administraciones andaluzas.

Si en la calle el circo no tiene apenas espacio, en las salas no se programa salvo en contadas excepciones. El circo tradicional tiene muchos problemas, y aun así, algo se mueve bajo el tejido del circo de Andalucía desde hace años y sus protagonistas suelen ser optimistas. Pero… ¿Qué nos encontramos hoy en la Andalucía circense? ¿Crece? ¿Desaparece? Encontrar respuestas a todo ello no es tarea fácil: las cifras son contradictorias y los acontecimientos, también.

El tamaño del sector, si se le puede llamar así, es relativo. La propia Asociación de Circo de Andalucía presidida por Miguel Ángel Moreno ‘Bolo’, reúne a la inmensa mayoría de profesionales, pero la cifra no alcanza ni el medio centenar. Y la restante treintena de socios son en calidad de ‘amigos’, es decir, aficionados, amantes del circo, artistas de otras artes escénicas… Si tenemos en cuenta que en Andalucía hay ocho millones y medio de habitantes, la cifra es insignificante.

Siendo optimistas, apenas hay alrededor de una veintena de compañías andaluzas a pleno funcionamiento, es decir, que vivan exclusivamente de ello. A todo esto se le suma que existe solo un festival de circo ya asentado, el Circada, y que otros como el Circum Granada no tienen asegurada su continuidad. Aunque en las ciudades de La Alhambra, Córdoba y Málaga se programe circo, es algo tan extraño como una subvención andaluza para la producción.

También ha dejado de existir un encuentro que reunía cada año a profesionales, aficionados y público. Desde la desaparición de la cita de La Carlota, en 2007 –donde se llegaban a reunir a más de cuatrocientas personas–, ninguna iniciativa ha tomado el testigo. Y por supuesto, todo empeorado por la falta de ayuda desde el sector público que, actualmente, funciona sin diálogo con los profesionales del circo. Una situación que ha causado, tras cinco años en funcionamiento, la desaparición del proyecto La Carpa, en Sevilla. “Después de cumplir con todos los requisitos que están expuestos en el plan general de circo, tanto nacional como europeo, no nos renovaron el convenio donde estaba asentada la carpa”, explica el máximo responsable del proyecto, Jorge Barroso. El artista denuncia el “nulo” apoyo institucional.

Circo tradicional

El circo tradicional también ve la botella medio vacía, principalmente por el aumento de trabas burocráticas para trabajar, la estereotipada visión del circo con animales y la ausencia de apoyo institucional. Bien lo saben en el Circo Donaldson, de una familia circense de toda la vida, la de Juan Álvarez Donaldson, y fundado hace casi una década. Con once trabajadores y un espectáculo de calidad con humor, platos chinos, aéreos o un batiburrillo de malabares, sobrevive con algunas pocas plazas. “Casi siempre trabajamos en el sur, donde los ayuntamiento suelen poner algunas facilidades porque no tienen un duro y, al menos, tú ofreces algo en el pueblo”, cuenta Ramón Pichardo, miembro del circo.

El precio de las entradas ha pasado los últimos años de los 20 euros para adultos y 12 para niños, a los actuales 7 euros, incluyendo bebida y palomitas. “Tenemos mucho respeto por el público y los precios, y la calidad de lo que ofrecemos es la forma de ganarlo, porque se ha perdido tanto que ha supuesto un grave problema para muchos circos”, destaca Pichardo. Un ejemplo de este retroceso es la desaparición del Circo Sensaciones, de los hermanos Álvarez, o la situación crítica del propio Donaldson, a punto de cerrar hace un par de años.

La presencia de circos pequeños y medianos en la región hace que la oferta sea amplia para el público, ya que suelen girar por el sur circos como el Berlín, Gottani, Saltimbanco, Quirós, Alaska, Nevada, Roma, Lusitania, Italia o el Circo Continental de Los Bassy, donde se formó el jerezano Pedro Elis. El artista cuenta con varios récord Guiness a la espalda, uno de ellos batido a finales del año pasado en una actuación en China.

Datos positivos

Entre los aspectos positivos encontramos el ascendente campo de la formación, con el mayor peso de la escuela CAU de Ogíjares, en Granada, pero sobre todo con el festival Circada, con cerca de 20.000 espectadores anuales en Sevilla, Málaga o Huelva. El Circada, además, supone la oportunidad para las nuevas compañías de darse a conocer en su sección Off y, para las más establecidas, un claro empujón, así como la única oportunidad del público andaluz de ver grandes compañías en la región.

Los espectáculos con acento andaluz suelen ser de mucha calidad. Manolo Carambolas o Rola Bola han sido durante unos años grandes referentes desde Málaga, al igual que Los Hermanos Infoncundibles desde Sevilla, Los Hermanos Moreno desde Córdoba o, más recientemente, El Gran Dimitri desde Granada.

Una serie de nuevas compañías se han sumado dando un salto importante de calidad desde otras provincias. Vaivén Circo Teatro es, quizás, el máximo exponente. Si con el espectáculo Cayuco dieron un paso importante, con Do not disturb se han hecho algo más que un hueco en el panorama nacional e internacional, con más de 175 funciones entre 2013 y 2014, muchas de ellas en grandes citas y festivales de Francia o Alemania.

La Güasa es otra compañía andaluza importante. La producción de su último espectáculo Mobil parecía una locura, pero al final se ha traducido en un gran reconocimiento en todo el país, gracias al premio FETEN 2014 a la Mejor Dirección para Pepa Gil, “que ha significado un antes y un después para la compañía”, explica José Luis Ruiz ‘El Belga’. Desde allí saltaron a Teatralia, con una gira por el País Vasco y otra por Cataluña, y con la participación en ferias internacionales como Tárrega o Friburgo.

Zen del Sur (ver Zirkólika número 43) es otro ejemplo. Tras ganar el Talent Madrid 2013 con Heian, han realizado más de setenta bolos y preparan ya su nuevo trabajo Wake up! Así, entre las cuatro o cinco principales compañías andaluzas, en los últimos dos años suman casi quinientas actuaciones, cifra nada desdeñable.

Además, el camino que abren estas compañías lo recorren posteriormente otras compañías que van surgiendo con las nuevas hornadas de jóvenes talentos. Un ejemplo es Tresperté –creada por artistas formados en la Escuela CAU–, que ha pasado de los 36 bolos en 2013 a los 63 en 2014. Tresperté ha abierto también camino a otras compañías que llegan detrás y desde el mismo punto de partida, como Vol’E Temps o Tremendo Zirkus, o jóvenes artistas multidisciplinares como Darío Dumont.  

La calidad individual del circo andaluz también tiene exponentes como Antonio Vargas (Zen del Sur) que ha formado parte de la compañía canadiense Les 7 Doigts de la Main y que, a partir de junio, estará con el Cirque Éloize en su nuevo trabajo Mónica, Le Spectacle; o con la presencia de Albert Fonctuberta (Hermanos Infoncundibles) en el Cirque du Demain, certamen que cada año se celebra en el Cirque Phénix de París; mientras, el Varuma Teatro Circo retoma viejos proyectos como Malgama y prepara nuevos espectáculos. También cuenta con la interesante propuesta del Circo Mediterráneo ­(ver Zirkólika número 42) puesta en marcha por Rafael Díaz y Alfonso de la Pola, con presencia ya en festivales como Malabharia y Malabart y que de momento seguirá de gira en otras citas como Circolmedo.

Luces y sombras para un circo andaluz que crece en la oscuridad institucional e ilumina su propio camino gracias al impulso privado e individual de una serie de artistas comprometidos que tiran del carro de forma conjunta. Quizás es esa otra de las características más importantes del sector en Andalucía: el compañerismo y el esfuerzo en grupo. Las circunstancias actuales y los próximos pasos a dar han quedado recogidos en el plan estratégico redactado por la Asociación de Circo de Andalucía hace unas semanas. Muchos de los puntos recogidos formaron parte de los objetivos con los que nacía la asociación hace ya más de seis años. 

(Reportaje publicado en el número 44 de la revista Zirkólika). Puedes suscribirte a la revista aquí.

 

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