Días de circo

Días de circo

Ramón Gómez de la Serna se auto-nombró primer cronista de circo. Leyó una conferencia a lomos de un elefante y pronunció un discurso subido a un trapecio. Más allá del amor a todo lo que sucedía bajo la carpa, el mérito de Ramón para tan ilustre título fue llevar el humor a la vida y a la literatura con una actitud vanguardista, siempre en la cuerda floja. Ramón creía en las propiedades terapéuticas del circo. Se preguntaba si podría curar el cáncer. Y dejaba constancia de la idiotez de los poderosos “que no varían después de haber estado en el circo, y siguen tan crueles, tan cerrados, tan obcecados”.

Al contrario que Ambrose Bierce, extraño periodista americano para quien el circo era un lugar en el que estaba permitido a caballos, ponis y elefantes contemplar al público comportarse como idiotas. Bierce, que era un pesimista, no entendía la magia del espectáculo.

Sin embargo, a uno todavía le fascina la cara de un niño ante el más difícil todavía, la mirada frente al prestidigitador o la carcajada con el payaso. Tal vez porque, como decía Ramón, en el circo todos volvemos al paraíso primitivo, donde tenemos que ser más justos, ingenuos y tolerantes.

Ramón aseguraba que la soñada paz universal se firmaría en una carpa, una de esas noches en que sobre la alta cucaña humana se despliegan todas las banderas; cuando el mundo, al fin, se diera cuenta del sentido humorístico de la vida y acabara siendo un gran circo, franco y sincero.

Hoy aún podemos regalarnos con un día de circo.

(Manuel Peris, El País)

IDEAS · CIRCOTECA

Descubre más en

Zirkólika

La cultura circense para los zirkólikos culturales.
Las artes circenses en su máxima expresión: impreso y online, para leer, ver, escuchar, experimentar y comprar.
^