“Carampa es una escuela de arte”

“Carampa es una escuela de arte”

Rafa Peñalver. Americano nacido en Nueva York en 1952, Donald B. Lehn decidió dedicarse a la farándula tras terminar sus estudios universitarios en Literatura Inglesa y Francesa. La  casualidad hizo que su furgoneta decidiera estropearse en Madrid, en mitad de un viaje de  Londres a Marruecos. Lo que iba a ser una parada de tres meses para reparar la furgoneta se han convertido ya en 32 años, y no parece que esa furgoneta vuelva a arrancar. Mientras tanto, Donald ha tenido tiempo de cofundar la Asociación de Malabaristas, de organizar varios encuentros de malabaristas y festivales, y de poner en marcha la Escuela de Circo Carampa, de la que es director desde 1994.

Satisfecho por el reciente nombramiento como presidente de la FEDEC (Federación Europea de Escuelas de Circo Profesionales), Donald B. Lehn consigue hacer un hueco en su apretada agenda para esta entrevista. Al día siguiente se va a Brasil al Festival Internacional de Circo de Río de Janeiro, donde se realiza la segunda edición del CRECE Sur, y donde se reúnen las escuelas de la Federación Iberoamericana de Circo. Por suerte las videollamadas permiten resolver estos escollos y adaptar agendas.

¿Cómo ha sido la evolución de Carampa en estos 20 años? ¿Cuáles son sus objetivos?

Carampa nace en 1994 con la compra de una carpa por parte de la Asociación de Malabaristas. Había tres objetivos claros: acoger las actividades de nuestra asociación, promover oportunidades para artistas (como pequeños espectáculos y campañas escolares) y empezar a dar cursos. La demanda para un programa de formación riguroso fue cada vez mayor. Del 1994 al 1999 se realizaron cursos por la tarde que fuimos ampliando con disciplinas como clown, danza o teatro, porque lo considerábamos básico para la formación circense. En 1999 compramos una carpa mayor y pasamos a cursos semestrales, mejorando la continuidad de la formación. El curso 1999-2000 es el primero anual, que fue una ruina económicamente pero marcó el camino.

¿Cómo os financiáis?

Este curso anual nos permitió, como escuela taller, pedir ayudas de Formación al Empleo al Ministerio de Trabajo a través de la Comunidad de Madrid. Estas ayudas eran concursales y no todos los años conseguíamos el baremo para disfrutarlas. Esto permitía ofrecer gratis el curso anual (que en realidad son dos años y los no subvencionados cuestan más de 3000€), y a los alumnos, cobrar algunos meses el 75% del Salario Mínimo Interprofesional. Del Ayuntamiento no hemos recibido un euro nunca, aunque nos ceden el terreno de la escuela.

¿Cómo se plantea la financiación del próximo año?

Las ayudas se han ido recortando. Los cursos infantiles y de tarde se mantienen solos. Contamos aún con cierta ayuda del Ministerio pero todos [los profesores] hemos tenido que sacrificar salario y aumentar carga de trabajo. También hemos tenido que retrasar inversión en materiales, situación difícilmente sostenible a corto plazo. Aspiramos a tener una situación menos precaria, sea cual sea nuestro modelo de escuela. Lo que queremos es que un alumno que quiera hacer este curso pueda hacerlo, aunque no tenga dinero. El camino más corto hacia esto es la vía educativa. Tenemos que intentar que Educación reconozca nuestra enseñanza como formación. Llevamos años tocando a diferentes puertas.

¿Cómo ves que se considere a Carampa como una escuela puente, una escuela que prepara para ir a otras superiores?

En Carampa entendemos que somos una escuela de arte, donde el propio artista es su propio autor, dueño y empresario, y le damos autonomía para su vida profesional. Ofrecemos una mayor base de preparación física, perdiendo algo de la especialización artística. En las escuelas más creativas asumen que los alumnos deben llegar con una base y fundamentos físicos ya aprendidos. Una escuela de dos años te da en muy poco tiempo una formación completa y tienes que seleccionar. Cuando salen de Carampa están equipados para la especialización y comenzar un proceso creativo personal. Es el momento de arriesgar, de meterte en problemas, de hacer cosas no comerciales ni perfiladas. Por el seguimiento que hacemos estamos muy satisfechos con los alumnos de Carampa, que es como valoramos el éxito de nuestra escuela.

¿Cómo es la relación con otras escuelas del país?

En España hay buena comunicación entre las escuelas (Rogelio Rivel, Oreka, CAU…), a través de la FEDPAC (Federacion Española de Formación Profesional en el Arte del Circo) y hablamos de nuestras carencias y problemas, para intentar resolverlos y ayudarnos. También hemos desarrollado algunos programas de intercambio de alumnos o profesores. Buscamos potenciar nuestra formación juntándonos, evitando que cada escuela se convierta en una isla.

¿Existe un modelo europeo de escuelas de circo? ¿En qué os habéis ido basando para fijar vuestra formación?

No, no existe ningún modelo de escuela. Es parte de la tarea que intenta realizar la FEDEC, poner en contacto a las distintas escuelas, pero no reglar. Al inicio nos dimos cuenta de que se cumplía lo que llamamos la regla del 30-30-30 mágico en la suma de todas estas actividades. Un 30% de preparación física y acrobacias, 30% formación de teatral y otro 30% de especialización. El otro 10% era una miscelánea de historia de circo, anatomía, etc. Esto es la media de todas las escuelas, pero nadie tenía este 30-30-30 perfecto. En la variación de estos pesos, de este canon, estaba la personalidad de cada escuela, su tendencia, que es lo que enriquece el ámbito artístico.

¿Cómo funciona la FEDEC?

Las escuelas profesionales de Europa funcionamos un poco como islas, pero tenemos necesidades comunes. Intentamos definir qué es un profesor de circo de alto nivel, concretar un proceso de formación continua para la docencia y hacer intercambio de alumnos, grupos de investigación, etc. Ponemos en contacto a los diferentes directores y creamos un código deontológico, una asesoría jurídica, etc. Son áreas donde cada cual está descubriendo América por su cuenta y así lo ponemos en común y facilitamos los procesos.

(Entrevista publicada en el número 42 de la revista Zirkólika). Puedes suscribirte a la revista aquí.

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