Pepito Álvarez: el único español que ha ganado el Premio Rastelli

Pepito Álvarez: el único español que ha ganado el Premio Rastelli
Pepito Alvarez. Foto: Nogrady

Para un malabarista permanecer en activo más allá de los setenta no suele ser lo habitual. Pepito Álvarez es rara avis: a los 74 años de edad todavía presentaba su One Man Show en cruceros de lujo y teatros. 

Si es asombroso que siguiera en activo en una disciplina donde la precisión es imprescindible, más lo era la vitalidad que desprendía, la complicidad que establecía con el público gracias a su peculiar sentido del humor y la inusitada duración de su espectáculo: 50 minutos. 

Orgulloso de sus orígenes andaluces ha recorrido el mundo entero vestido con chaquetilla y sombrero cordobés. Su creatividad y amor por la profesión le impulsó a innovar nuevos ejercicios, como el equilibrio de la cuchara en la frente, así como los pases por los pies y espalda.

Pepito Alvarez trofeo Rastelli

Pepito Álvarez ganó en 1970 el Premio Rastelli del Festival de Malabaristas de Bérgamo, competición en la que también había participado tres años antes.

Pepito nació en Sevilla en 1943, hijo de Antonio Álvarez Juan y de Virginia Alcaraz Rodríguez. Forma parte de la séptima generación de una de las mejores dinastías circenses españolas. Su hermana Viky era especialista en equilibrios con espadas.

Su abuelo paterno era Manuel Álvarez,  hermano del popular funámbulo Federico Álvarez, más conocido como Arsens Blondin, autor de proezas como cruzar el Sena a gran altura en París, siendo condecorado por varios reyes europeos. 

Manuel tuvo 23 hijos, de los cuales sólo 13 sobrevivieron. Todos ellos se convirtieron en grandes artistas, destacando como acróbatas, icarios, antipodistas y malabaristas. 

Ramon Bech i Batlle ha escrito “¡Que me quiten lo bailado!” Biografía del malabarista Pepito Álvarez, pendiente de publicación

Su abuelo materno era José Alcaraz, el payaso Viseras, quien hacía pareja artística con su hermano Alfredo, el carablanca. Viseras tuvo dos hijos con Margarita Rodríguez: Virginia y Pakín. 

Viseras, años después de enviudar, se casó con Clotilde Álvarez y Alfredo con María, hermana de ésta. De este modo los hermanos se convirtieron a su vez en cuñados. 

Viseras tuvo dos hijos más de su segundo matrimonio: Clotilde y Remache. Éste último en compañía de su hermanastro Pakín formaron un cuarteto de payasos con Viseras y Alfredo.

Remache era muy creativo: inventó las plazas de toros ambulantes y regaló a su sobrino Pepito un precioso circo en miniatura que construyó con cerillas. Años después de morir Viseras, Antonio se casó con Virginia, haciéndose cargo de toda la familia de su esposa. 

Cuando Pepito cumplió cinco años su padre le regaló un monociclo, aros, pelotas y tres mazas. Tal y como es tradición en el circo, su padre se convirtió en su maestro. 

Pepito, un año después, fue internado en el colegio los Salesianos San Juan Bosco de Sevilla. Sus vacaciones escolares las pasaba en el circo familiar, donde se relacionó con grandes atracciones de la época como los payasos Pompoff, Thedy y Emig, los Hermanos Díaz y los Andreu-Rivels. 

Hacían tantas funciones que en ocasiones Pepito, vencido por el cansancio, se quedaba dormido debajo de la pista elevada. Este gran espacio hueco se aprovechaba para guardar material y era el escondite perfecto para dormirse entre aplausos y carcajadas.

El circo de los Álvarez era una semiconstrucción: el techo estaba recubierto por una lona y alrededor de su perímetro se colocaban paredes de madera con una chapa de zinc y se unían, unas con otras, con clavos clavados a golpe de martillo. 

Antonio Álvarez y su hermano Manuel crearon, después de la guerra civil, el Circo Hermanos Álvarez, el mejor circo andaluz de su época. Cuando Arturo Castilla tuvo la idea de crear el Circo Americano contactó con los Álvarez, a quienes conocía por haber trabajado en uno de sus circos con la formación de payasos Hermanos Cape. 

Castilla no tenía dinero suficiente para poder comprar un material, por lo que su cuñado Manolo Feijóo le prestó un millón de pesetas. Arturo contrató el material de los Álvarez y tres actos para la primera tournée del Circo Americano

Antonio intervenía en todos ellos: antipodismo, el burrito Minuto presentado en comicidad y la escalera de la muerte junto a su esposa Virginia y su cuñada Clotilde. 

Tres años después Antonio y Manuel se separaron: el primero creó el California Clipper Circus y el segundo, el Circo Alvarez Wernoff, asociado con el representante que desde hacía años se encargaba de buscarles las plazas. 

Ninguno de los dos hermanos Álvarez consiguió mantener mucho tiempo sus circos en ruta. Mientras que Manuel se retiró de la profesión, Antonio y su familia se marcharon a Argelia, contratados por la Ópera de Orán, lugar en el que Pepito debutó como malabarista. 

De allí pasaron al Cirque Antonio con el que recorrieron Córcega y después al legendario Cirque Medrano de París, donde trabajaron con Charlie Rivel. 

Pepito, durante su estancia en la capital gala, pudo ver actuar a otros malabaristas y aprendió observando atentamente todo cuanto hacían. 

Una vez finalizado este contrato recorrieron Francia integrados en “Las Vedettes”, un espectáculo de variedades formado por atracciones de circo, cómicos y cantantes de renombre como Charles Aznavour, Johnny Hallyday y Tino Rossi.

Cuando trabajaron en el Casino de París salían a escena al final del espectáculo, circunstancia que les permitía hacer doblete actuando en otros locales como Olympia, ABC, Bobino o La Nouvelle Eve o en los cines que combinaban la proyección de películas con atracciones procedentes de circo y variedades.

Pepito se presentó al show de Jean Noé, un talent show de la televisión francesa que se grababa en el Théâtre des Champs-Élysées. 

Pepito Álvarez con el Premio Rastelli, a la derecha Francis Brunn

Ganó el concurso y además de embolsarse mil francos, la agencia artística Tavel et Marouani —que entre otros artistas representaba al cantante Jacques Brel— contactó con él, consiguéndole contratos por todo el mundo, concentrando su actividad en el mundo de las salas de fiesta, music-hall, cruceros y apariciones televisivas. 

En ese momento se independizó de su familia, pero tal y como se hacía entonces, enviaba a sus progenitores una parte del dinero que ganaba.

Entre los circos en los que ha actuado figuran el Scott de Suecia, Krone de Munich y el Berny noruego. En 1962 recorrió España enrolado en el Circo Price Hall Madrid con el cantante Antonio Molina como cabeza de cartel. 

Arturo Castilla, consciente de que en España siempre se ha valorado más al artista extranjero que al nacional, le publicitó como Josy Rez, el malabarista americano. 

A finales de otoño de ese mismo año se integró el programa que el Circo Monumental de Feijóo-Castilla presentó en Barcelona y a inicios del siguiente actuó en el Festival de Circo 1963 en el Price-Hall de la Plaza del Rey. 

Josy Rez, en esta ocasión,  cambió de nacionalidad siendo anunciado como El sensacional malabarista inglés conocido internacionalmente como “el Napoleón de los malabares”.

En 1992 participó en el Festival Internacional de Circo de Montecarlo donde coincidió con el dúo Manducas. Ha escrito “Payaso”, una inédita comedia melodramática musical en clave de humor.

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