faM, el espectáculo del 27º Circ d’Hivern del Ateneu Popular de 9 barris, es una pequeña joya que recupera para el Circ d’Hivern el espíritu más popular, más familiar, del circo navideño – a los chavales que asistían a la función que yo vi les gustó mucho -. Y esto lo hace sin abandonar, en ningún momento, el espíritu más vanguardista del circo contemporáneo. Algo nada fácil.

Dirigido por el danés Karl Stets (“un perfeccionista del absurdo”, como se define él mismo), que actúa como hombre orquesta tocando trompetas, pitos, megáfonos, acordeones, platillos y tambores – ¡que lleva encima! -, y además un trombón y otros artilugios.

faM es un no parar de sorpresas. Quizás porque, como dice el propio Stets, es un espectáculo que “busca el camino más complicado para realizar cosas bien simples”. Una buena definición de circo.

Una buena definición de circo: “el camino más complicado para realizar cosas bien simples”

Durante la hora que dura la función, los cuatro artistas-acróbatas que trabajan en ella (Tom Collin, Maria Celeste, Lucas Cantero y Jade Morin) sin decir una sola palabra al público, aunque, a veces, hablan entre ellos, no paran de sorprender al público haciendo cosas muy originales: apariciones y desapariciones inesperadas de personajes, de objetos y decorados. ¡Muy bueno el juego de luces!

Un número de cuerda lisa fantástico donde la artista rompe la sensación de gravedad y, en ocasiones, parece que trabaje en un mundo invertido. Acrobacias de dos artistas unidos por el pelo. Caídas continuas y, a veces, bastante arriesgadas, de algunos personajes. Una música extraordinaria y unos efectos sonoros muy bien colocados.

Un tempo y una gestualidad de los artistas muy trabajados, como si llevasen años actuando juntos…

Todo esto y, además, una utilización insospechada y muy original de objetos muy diversos: gabardinas que cobran vida y se convierten en personajes, sacos que se mueven solos y de los que aparecen y desaparecen artistas y -esto a mí me fascinó- un diario que, mágicamente, vuela por el escenario como si fuera una gaviota – ¡a Joan Brossa le habría encantado! – hasta ponerse encima del brazo de una artista.

Todo es tan original, a faM, y hecho con tan pocas pretensiones aparentes que no lo puedes comparar con nada y, por eso, en ningún momento pensé lo que se me ocurre, a veces, viendo circo contemporáneo: que hacen trucos acrobáticos y ejercicios de equilibrio menores comparados con los del circo convencional.

No, en faM, los artistas – y el músico – realizan acciones, trucos y efectos que, como se los han inventado ellos, no puedes compararlos con nadie que, en otros lugares, los haga mejor.

faM es un gran pequeño espectáculo. Un espectáculo muy complicado.