Circo ‘non natus’

Circo ‘non natus’

Miguel Ángel Tidor– Cuando hablamos del circo como sector, nos referimos habitualmente a profesionales que desempeñan su labor dentro de este ámbito, con mayor o menor exclusividad. Esta mirada puede llevarnos, en ocasiones, a limitar el propio contexto y no percibir el todo en su conjunto. Como consecuencia de ello, muchos artistas, compañías y proyectos no acaban de ver la luz, diluyéndose en una realidad que continúa inexorablemente en movimiento.

Como muchas otras artes, el circo está en continuo proceso de evolución y de adaptación a los tiempos que le toca vivir, tanto por una necesidad artística y creativa como por propia subsistencia, ya que no cuenta con el mismo apoyo que otras artes.

Dentro de esta estructura dinámica, existen multitud de proyectos que nunca acaban de materializarse por diversos motivos,  lo que podría llevarnos a pensar, de forma errónea, en su inexistencia o en caso de conocerlos, no tener cabida dentro de un ámbito profesionalizado, cuyas preocupaciones se enfocan en otra dirección.

Como contraposición, podríamos indagar en las dificultades comunes a la mayoría de estos ‘sueños fallidos’ y, desde ese análisis, intentar apoyar y generar soluciones para que las nuevas generaciones de artistas puedan disponer de las herramientas y recursos necesarios para materializar estos proyectos y seguir asegurando la preservación de este arte, así como la consolidación, el fortalecimiento y la calidad del sector.

Se hace necesaria un análisis estructural del sector, pero de un modo general, ambicioso y desde la base

Si bien cada situación podría hacer inabarcable el conocimiento de estas problemáticas, encontramos rasgos comunes a algunos de estos casos, que nos pueden ayudar a reflexionar. Por un lado, si dirigimos la atención hacia las nuevas compañías, observamos que pueden tener múltiples orígenes. Desde inquietudes personales a la unión de artistas que se han conocido en espacios de entrenamiento, en escuelas de circo socio-educativo, escuelas profesionales… Sea cual sea, cualquier proyecto que se inicie requiere una aportación económica de la cual no se dispone, en la mayoría de casos, o que acaba corriendo a cargo de familiares o amigos. Una producción, por pequeña que sea, si pretende moverse en un mercado profesional, necesita unas exigencias que en ocasiones son inalcanzables. Las ayudas específicas para artistas y compañías nóveles son inexistentes o mínimas.

Aquellos proyectos que no se quedan en este punto inicial y con muchas dificultades y esfuerzos logran realizar una producción, van encontrando otros obstáculos añadidos a la limitación económica, como puede ser la falta de espacios de entrenamiento y almacenaje, la carencia de recursos técnicos para disponer de cierta autonomía, el transporte, la necesidad de asesoramiento empresarial, el pago de autónomos… 

Si todas esas complicaciones se van superando, hay que encontrar una distribución para un circuito artístico limitado, donde las relaciones adquiridas a lo largo del tiempo tienen mucho peso a la hora de la contratación. Acceder a festivales, circuitos o programaciones en muchos casos es algo impensable, y con suerte, pueden conformarse con representaciones esporádicas en localidades y espacios pequeños o realizar números en galas.

En esta carrera de obstáculos, que puede dilatarse en el tiempo, la necesidad de ingresos acaba derivando en la realización de otro tipo de empleos, de cualquier índole, que centran parte del tiempo y esfuerzo, con los que las horas de entrenamiento, perfeccionamiento o investigación se ven reducidas o incluso desaparecen. Más allá de la calidad artística o destreza empresarial, en este largo trayecto, se van descolgando artistas, compañías y proyectos que contribuyen a que el sector se vaya debilitando de forma más o menos consciente.

No existen a nivel estatal políticas globales que velen desde la base y acompañen a los proyectos nóveles de circo

A diferencia de lo que sucede en el deporte o en artes como la danza, la música o el teatro, en el circo no existe un entramado previo a la profesionalización, que permita ir acompañando a los futuros profesionales desde la más corta edad. Si bien es cierto que el cuello de botella se va estrechando en este tránsito al mundo laboral, muchas de estas carreras podrían derivar hacia profesiones y servicios indirectos dentro del mismo sector que acabarían aportando progresivamente más solidez y diversidad a su base.

A su vez, un apoyo a los nuevos proyectos y artistas permitiría una renovación continua y la ampliación del imaginario del circo, así como la creación de nuevos públicos.

En el circo tradicional observamos cómo las expectativas para artistas que, en otro tiempo, iban creciendo dentro del núcleo familiar, también han ido cambiando. En muchos casos, su formación se ha enfocado en otra dirección al ver el esfuerzo de vida y complejidad empresarial que supone en la actualidad optar por un modelo de espectáculo con un futuro imprevisible y repleto de dificultades.

Debemos generar espacios para escuchar las voces de esos nuevos proyectos y artistas que luchan por nacer

Por otro lado, si analizamos los espacios de entrenamiento, residencia o formación, volvemos a encontrar múltiples condicionantes. La mayoría de estos espacios no disponen de ningún tipo de cesión pública de uso, sino que implican un coste de alquiler y enormes gastos de acondicionamiento. El elevado coste de los materiales, los seguros, la necesidad de revisión y renovación continua o la peculiaridad de los espacios (techos altos, posibilidad de anclajes…) lleva en muchos casos a acomodarse en pequeñas localidades o polígonos industriales del extrarradio, donde la falta visibilidad o la dificultad de amortizar la inversión acaba ahogando los proyectos.

Desde una visión global, salvo en contadas excepciones de alguna comunidad autónoma que ha mostrado mayor sensibilidad y capacidad de análisis sobre el sector en su conjunto y lo ha reflejado en planes de ayuda al circo, podemos considerar que no existe una visión amplia sobre esta necesidad.

Estatalmente, no existen políticas globales que velen desde la base y acompañen a los proyectos nóveles de circo en el desarrollo de estructuras sólidas sino que, como mucho, se ofrecen ayudas esporádicas y anuales a proyectos que ya están en marcha.

Se hace necesaria una revisión y análisis estructural del sector, pero de un modo general y ambicioso, que abarque todo un trayecto desde la base, desde las primeras edades o prácticas circenses. Sería positivo que esta reivindicación viniese acompañada del apoyo de profesionales del circo ya consolidados, que considerasen que esta demanda es la única forma de obtener un beneficio a largo plazo para el sector.

Lamentablemente, entraríamos en un bucle, donde la compleja situación que vive el circo nos suele llevar a un pensamiento más inmediato para dar respuestas demasiado específicas y particulares a una problemática mucho más global.

Debemos generar espacios de reflexión y acción que nos permitan conocer y escuchar las voces, inquietudes y necesidades de esos nuevos proyectos y artistas que luchan por nacer y que, en muchas ocasiones, se van desvaneciendo en un recorrido lleno de obstáculos.

Podrían ser muchas las causas, los problemas y las situaciones. También podrían ser muchas las respuestas, las ayudas y las acciones. Sirvan estas líneas como invitación al sector para ampliar el campo de visión e incluir a ese circo non natus en sus reivindicaciones.

(Artículo publicado en el número 67 de la revista de circo Zirkòlika. Puedes suscribirte a la revista aquí).

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