El documental ‘El vuelo circular’ muestra la fuerza del circo iberoamericano

El documental ‘El vuelo circular’ muestra la fuerza del circo iberoamericano

Laia Zieger. La tercera edición del Festival Iberoamericano de Circo, programada para septiembre de 2020, se canceló debido a la pandemia, pero el equipo de Circontinentes ha planteado una propuesta alternativa para rendir homenaje al circo iberoamericano. El documental El vuelo circular es, en este año convulso, su particular reconocimiento a todos esos artistas que día a día hacen grande esta disciplina. Porque el mundo para, pero el circo, por suerte, continúa.

“Esta no es la primera pandemia que ha vivido el circo. Siempre nos hemos tenido que renovar y continuar. Sobrevivió al boom del cine, a la gripe española, a la Primera y Segunda Guerra Mundial… Mientras esa energía del circo siga tocando al humano, no me preocupa mi futuro”. Son palabras del venezolano Aimé Morales, artista especializado en rueda Cyr, uno de los cinco protagonistas de este documental, emotivo y poético a partes iguales, que reflexiona sobre el papel que ocupa el circo en la sociedad a través de la mirada de cinco artistas de diferentes países iberoamericanos y disciplinas, que juntos ofrecen una mirada transversal a un arte que, como pocos, “es capaz de motivar a otras personas a explorar su propia voz”, señala la colombiana Andrea Ríos, especializada en suspensión capilar.

¿Qué aporta el circo a la sociedad?

La portuguesa Dulce Duca, que empezó en los malabares “haciendo la hippy” y poco a poco se fue enamorando de un arte al que actualmente se dedica en cuerpo y alma, habla del circo como herramienta de transformación social. “En 2009, unos 70 artistas participamos en un proyecto en Polonia, en un área de siete aldeas que ocupaban un área 40 km cuadrados. Al principio los habitantes no nos querían, pero poco a poco les fuimos conquistando y hoy en día hay una iglesia reconvertida en escuela de circo. Esas personas nunca habían visto un artista de circo, ni una persona negra, y de repente aquello les transformó. ¡No querían que nos fuésemos!”.

Tras el flechazo con los malabares, Duca explica que su trayectoria no ha sido un camino de rosas. Todavía hoy entrena más de 12 horas diarias y sigue sufriendo como el primer día cuando se le cae una pieza al suelo. “En malabares no puedes ocultar tu error: está ahí, a la vista de todo el mundo. Es duro”. Además del miedo escénico paralizante de los inicios antes de salir a escena, que solo ahora dice mantener bajo control, Duca se encontró con la oposición de su familia (“mi padre me dijo que iba a ser una prostituta”), aunque explica que hasta el último segundo de ese periplo ha valido la pena. “¿Será cierto que un grupo de artistas pueden cambiar la mentalidad de la población? ¿Podemos probarlo?, nos preguntábamos. Pues lo hemos probado”.

Coincide con ella el brasileño Marco Motta, especializado en cintas y contorsionismo. “Yo creo que nos ha pasado a todos los artistas en mayor o menor medida: plantearnos cuál es la utilidad de lo que hacemos en la estructura social en que vivimos. ¿De qué vale lo que hago? El circo es ilusionar a la gente, pero aparte de algo bonito se llevan un mensaje a casa. Al menos eso persigue el circo que yo hago”. Pese a las dudas, Motta destaca esos momentos mágicos en que todo cobra sentido. “Cuando hago contorsión de hombro, la gente sufre más que yo. Para mí el circo es un medio para conseguir que la gente empatice, porque en mi caso es la única arma que existe como respuesta a la violencia”. Ríos, por su parte, que se encontró con numerosas trabas antes de entregarse de lleno a la suspensión capilar, también lo tiene claro: “en estos tiempos complejos el arte es lo único que nos nutre el alma”.

¿Qué es para vosotros el circo?

La joven compañía madrileña especializada en báscula coreana y verticales Trocos Lucos, formada por Juan, Cira e Ismael, cuenta en el documental, donde podemos observar además la elegancia de un espectáculo capaz de helar el alma también en formato audiovisual, que crear la compañía “ha supuesto mucho sacrificio, un año de pelea y trabajo… Nadie nos regala nada”, dice Juan. El artista resume de forma breve y directa qué ocurre en ese momento mágico que probablemente todo artista ha vivido en algún momento, ese clic que llega de repente y demuestra que, al fin, el periplo ha valido la pena. “Vas cada día a ensayar y no ocurre nada, pero de repente un día pasa algo y dices ‘cómo mola’”. Y pasa que todas las emociones extremas a las que se someten los artistas de báscula, que por momentos ponen sus vidas en manos de otra persona, cobran sentido. Lo explica Ismael: “cuando estás, estás. Estás en un estado de meditación: en el mundo no existe otra cosa más que el compañero y tú”.

Para Morales, el circo es libertad en el sentido más amplio del término. “Soy adicto a estar en escena porque al circo lo he elegido yo. ¿Qué es la libertad sino capacidad de elección?”. El artista venezolano, cuyo emotivo espectáculo que combina el clown con la rueda Cyr, ha cautivado al público en escenarios de todo el mundo, remata: “el circo ha sido, para mí, una representación de mi rebeldía hacia el hecho de pasar por el aro”.

¿Has pensado en dejarlo?

Los cinco artistas que protagonizan el documental, grabado en diferentes escenarios de Madrid, coinciden en su respuesta: sí. La tremenda exigencia física que supone su profesión hace que el día a día no sea sencillo. Las trabas se multiplican: desde aquel profesor de Ríos que, tras comprobar su cabello, le dijo que no servía para la suspensión capilar, hasta las objeciones de la madre de Motta, que le decía: “te traje a  Europa a estudiar y tú ahora te quieres colgar”.

“Todos los artistas de circo tienen lesiones. Yo mismo tengo un síndrome autoinmune y he padecido brotes de artritis reumatoide durante los últimos tres años. En el circo, hay procesos muy duros en los que te preguntas si quieres seguir con la práctica”, explica Juan, de Trocos Lucos. Para Motta, es importante no dejar nunca de calibrar dónde se encuentran los propios límites. “La salud en el circo consiste en saber qué límite tiene cada uno y respetarlo”.

La cuadratura del círculo

“Hay algo en mis raíces que, de forma natural, me hace sentir cómodo en un escenario circular”, señala Motta. Me interesan las artes que se hacen en círculo, desde la samba al break dance o la capoeira, en las que el artista no se separa del espectador, sino que le hace sentir que forma parte de todo esto”. Morales, por su parte, siente el circo como un ritual. “El circo no deja de ser una reunión en círculo en la que se producen sensaciones diferentes a las normales”, explica el artista de rueda cyr y clown, que en el documental comparte el singular proceso de creación de su personaje antes de cada función.

Tal vez las palabras de Duca son las que definen de la forma más simple y precisa la pulsión definitiva que mueve a cualquier artista: “Hago malabares porque me hace sonreír, me hace feliz”. También Ríos, cuando se siente literalmente una mujer pájaro ondeando su falda roja colgada del techo de un escenario, capta en una frase la esencia del circo: “entro en trance, conecto con mi cuerpo: la sensación de libertad es increíble”. Para Morales, “el circo es lo más parecido a la magia: es la proyección de tu estado anímico”.

Todas estas reflexiones y muchas otras pueden escucharse en El vuelo circular, un documental que reúne a cinco figuras en plena cúspide de su carrera y muestra, además, fragmentos de su trabajo, que demuestra una vez más la gran fuerza del circo iberoamericano a nivel mundial. “Claro que el arte puede transformar mentalidades”, señala Duca al final de la grabación. “Está comprobado”.

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