Creadora de almas de papel

Creadora de almas de papel

“Prueba que eres sincero y generoso y llegarás a ser un niño de verdad”, prometía el hada azul a Pinocho al principio del cuento. A sus seres de papel Paola Micheo no les canta la moraleja, desde pequeños les enseña a volar.

Cuando a Paola Micheo le preguntan de qué material están hechos sus títeres, ella responde: “ellos y yo somos de papel”. Un material vivo, orgánico, muy generoso y que ofrece numerosas oportunidades y maneras de trabajar con él. “El inicio del papel empieza en las raíces del árbol, que estuvo vivo, que respiró, que consistió del agua. Esta reflexión me maravilla”, dice la creadora.

Todo empezó en el taller de máscaras de Walter Ovejero, al que Paola asistió con 18 años en Argentina, en la ciudad de La Plata, de donde procede la artista. El curso abrió su corazón y marcó el comienzo de su amor por el papel. Al principio, la joven artesana no le dio importancia a esta relación con el material, que en un futuro se convertiría en su destino, y lo dejó como postergado. Era su hobby después de todos los sacrificios del día. Pero las cosas que son auténticas en uno, no se duermen. En un momento empezó a brotar sin parar y Paola aprovechó la oportunidad de poder cambiar el oficio para dedicarse a su verdadera vocación: el papel.

Desde niña, la futura artesana mostraba inquietudes e interés por las cosas hechas a mano. Después de dicho curso de construcción de máscaras, empezó a experimentar con el papel y llegó a fusionar las técnicas de cartapesta y papel maché que ofrecen infinidad de aplicaciones y definiciones. Preparando las masas de papel y sumando sus capas con o sin pegamento, logró convertir una pieza frágil en flexible y darle más resistencia que a cualquier objeto de papel maché. “Todo lo que hago son piezas únicas hechas a mano de materiales accesibles y de procedimientos sostenibles. No contamino, incluso intento reciclar,” explica Paola.

El circo como inspiración

Fascinada por los objetos móviles que se cuelgan al viento, Paola empezó a buscar un móvil humano y lo encontró en el circo. “Creo que en el circo se desprende el cuerpo, la cabeza y el alma a lo máximo que se puede de la tierra. Después de ver circo salgo inspirada. Para mí, los artistas son obras vivientes.” Todos los personajes que salen de la mano de Paola son imaginarios. A veces, trabaja mucho sobre una idea que, quizás, nunca verá cumplir. Y, sin embargo, en un momento aparece un “ser de papel” que le llena el día, el mes y el año entero. Cada títere de Paola es distinto, nunca repite ni las caras ni los trajes de sus artistas. Aparte de los móviles, a la artesana le gusta construir los títeres de dedo que pueden ofrecer una actuación. Esa pequeña troupe, que consiste en un forzudo, un mago y dos payasos, viene en globo y con su sorprendente apariencia deja a cualquier público boquiabierto. La representación humana y el intento de expresar esa propia conciencia de la humanidad son las cosas que más fascinan a Paola de los trabajos de otros artesanos. “La duplicación de la humanidad en un objeto a la altura de la mano me conmueve, se produce como un pequeño nacimiento. Mientras la escultura es un monumento, la artesanía se hace a medida de su autor”. Siempre tratando de acercarse a lo vivo, a la naturaleza, los muñecos de Paola tienen un mensaje femenino (“ojalá fuese feminista”, reclama) y a primera vista se nota que están hechos a mano. Los compran como regalos especiales o un capricho y los reciben de la mano de la artista a quien le gusta mantener este vínculo con sus clientes. “Los títeres se entregan con el espíritu de objeto único, hecho con cariño y dedicación”, dice la artesana.

Vida de artesana

A Paola le gusta trabajar sola, aunque reconoce que compartir el taller con otras personas que se dedican a otras disciplinas, le ayuda a descubrir procedimientos que optimizan su tiempo. La mitad de su jornada laboral la pasa en las ferias callejeras de Barcelona, un trabajo bastante duro y sacrificado, pero que, sin embargo, forma parte de la vida de todo artesano. El año pasado, la artista fue invitada a una galería de artesanía de Luxemburgo y dejó ahí sus obras en exposición. “Que mi trabajo me haga viajar me resulta espectacular. Que no solo viajen mis objetos, sino que me lleven a mí”, confiesa.

“Lo que hacemos y lo que somos a veces puede estar separado. En mi caso, lo que hago ahora, es lo que soy y estoy muy contenta.” En un futuro, a Paola le gustaría hacer escultura con todos los procesos que este arte implica. Evidentemente, se dedicará a la escultura de papel, un material que forma parte de su identidad, su género y que sigue siendo su descubrimiento más importante. “La persona que encuentra su material con el que siente la cercanía y la unión —una vez descubre ese nexo— no va a tener barreras y lo podrá hacer todo”, acaba sin tener ninguna duda.

(Reportaje publicado en el número 64 de la revista Zirkólika). 

Puedes suscribirte a la revista aquí

Descubre más en

Zirkólika

La cultura circense para los zirkólikos culturales.
Las artes circenses en su máxima expresión: impreso y online, para leer, ver, escuchar, experimentar y comprar.
^