[CRITICA ‘AHIR’ DE ANIMAL RELIGION] Circo o no circo, esa no es la cuestión

[CRITICA ‘AHIR’ DE ANIMAL RELIGION] Circo o no circo, esa no es la cuestión

Los Animal Religion siempre van fuerte, impulsados por la ambición que les empuja: llevar al espectador a lugares donde nunca han estado, ni ellos ni nosotros. Y a menudo lo consiguen aunque, a veces, no tomen el camino más recto o atraviesen algún túnel que impida ver el paisaje.

En ‘Ahir’, espectáculo estrenado en la sala Tallers del TNC el pasado otoño, Quim Girón, Joan Cot y Joana Serra, nos llevaron muy lejos. ¿A dónde? No lo sé, ni creo que importe. O, al menos no me importa a mí, que me dejé llevar por las diferentes propuestas que iban apareciendo, una tras otra, sin ningún nexo de unión dramático o, incluso, temático que las uniera pero con un fuerte hilo estilístico (de interpretación, de luces y de sonido) que las tenía bien ligadas.

El espectáculo empieza con un monólogo sobre el dormir y sobre el pasado, el presente y el futuro, recitado de una manera casi hierática pero muy cautivadora por el único actor del espectáculo, Quim Girón, que nos lleva a una serie de declaraciones, que oímos en off, de personas que explican sus primeros recuerdos. Y enseguida, Quim, dándole giros medio acrobáticos a un micro, a su alrededor, crea una especie de composición distorsionada de estas voces en off para dar paso a un recital de las luces que juegan a crear imágenes y efectos lumínicos siguiendo una música contundente. 

Luces y música son, durante un buen rato, los únicos protagonistas en el escenario. Un escenario que, más tarde, Quim llena, primero con su danza circular y más tarde evitando o subiéndose a un altavoz que cuelga de un cable y se mueve peligrosamente de un lado a otro, distorsionando el sonido de una melopea extraña. Todo esto y más, termina con un juego de luces y humo que crea geometrías de sueño y paredes invisibles, que remata el actor, que aparece como una especie de Darth Vader y hace un epílogo que enlaza con su monólogo de inicio. Y ya está.

Son cincuenta minutos de emociones inesperadas, de sugerencias indefinibles, de sensaciones extrañas, de algún momento de aburrimiento  el ―túnel― o de calma. Cincuenta minutos de riesgo performativo que te cautivan si vas con la mente abierta, te olvidas que te han dicho que es un espectáculo de circo ―no lo es― y no te mata el precio exagerado que te hacen pagar por un espectáculo de menos de una hora. 

Día: 15 de octubre de 2020. Lugar: Sala Tallers Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Barcelona. Compañía: Animal Religion. Intérprete: Quim Girón. Música y sonidos: Joan Cot. Luces: Joana Serra. Dirección: Carlota Grau. 

(Artículo publicado en el número 66 de la revista Zirkólika)

 

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