Experiencias vividas en la pista

Experiencias vividas en la pista

Price es un espacio singular, un lugar muy especial para toda persona intere­sada en el mundo del circo. Mi relación con ese espacio se inicia en 2007, con la rea­pertura del nuevo Teatro Circo Price y la pro­ducción del espectáculo 'Charivari'. Allí estába­mos unos cuantos mozos y mozas de pista, que participábamos también en un núme­ro coral de malabares junto a Manolo Álva­rez (Premio Nacional de Circo 2004). Era un número creado para el Circus Roncalli, en el que representábamos una familia de princi­pios del siglo XX. Así que, tan pronto salía­mos de punta en blanco al centro de la pis­ta, como nos poníamos los trajes de mozos y aparecíamos, escoba en mano, a recoger las cacas que los caballos de Carlos Saave­dra (Cirque Medrano) habían abandonado por allí.

Fue toda una experiencia con la que realizamos más de un centenar de funciones durante los cuatro meses que 'Charivari' estu­vo en cartel. Pasaron los años y no fue hasta el año 2018, con la celebración de la primera edición del Festival Iberoamericano de Circo (FIRCO), cuando volví a pisar esta pista, con mi número de pelotas de rebote. Un año des­pués, a finales de 2019, pude volver al Price con toda la compañía para realizar tres fun­ciones de 'Yolo'. Fue un sueño cumplido. ¡Por muchas veces más!

El proyecto CRECE

CRECE (Creating Circus Ex­change) es el laboratorio de creación de jóvenes artistas de circo, organiza­do desde hace once años por la escuela de cir­co Carampa. El pasado otoño volvió para pre­sentar 'Alejandra', una creación capitaneada por Jorge Albuerne. Como el propio Jorge in­dica, “es una excusa para activar los cuerpos desde la palabra”. Una propuesta interesan­te donde el circo entra en terrenos políticos, removiendo al público con estímulos sono­ros que nos llevan al final de la Guerra Civil española y con imágenes de los grandes dictadores que todavía, a día de hoy, seguimos teniendo muy presentes. Un espectáculo construido principalmente a base de dúos, en los que cada artista ha ido deconstruyendo su número y construyéndolo en pareja con su compañero de esos días. Un gran proceso, supongo, y un gran resultado. Aprovechamos el Crece para hablar con tres de sus artistas sobre esta experiencia y su relación con el Price.

AMAYA FRÍAS (VERTICALISTA) – SORIA, 1989

“La pista ha dejado algo en mí”

Maestra, profesional de las artes escénicas en el campo de la producción —gestión y artista de circo en disciplina de equilibrio de manos o verticales. Se inicia en el mundo de las artes escénicas en Madrid donde descubre su inquietud por mantener el equilibrio sobre sus manos y el interés por combinarlo con la exploración de la expresión corporal y el movimiento. Explica que "actuar en el Price es como pisar un templo, el templo del circo. La sensación desde abajo es inexplicable: mágico, acogedor, es como si las gradas me envolvieran en un abrazo. Creo que a cualquier artista le encantaría. Siento que la pista ha dejado algo en míi; y yo en ella. Eso es un regalo. ¡Ojalá pueda volver pronto! Después de pisar la pista necesito volver. Es como cumplir un sueño y querer volver a vivirlo".

AMAYA GOÑI (TRAPECISTA) – BURGOS, 1993

“Te da esperanza y es un símbolo”

"Siempre estuve en contacto con las artes escénicas, desde la danza hasta el teatro performance, y durante mis estudios de Medicina en Valladolid encontré el circo y decidí apostar por él profesionalmente. Termino ahora mis estudios en el Instituto Nacional de Artes do Circo (INAC) y me gustaría seguir creando y aprendiendo desde el conocimiento del cuerpo y hacia la experiencia de las vísceras en nuestra capacidad para comunicar. Del Price tengo recuerdos de público viendo lo que ocurre en la pista y ahora llevamos dos semanas viviendo, como aquel que dice, en esa pista. No sé cuándo seré consciente de lo que estamos viviendo. También creo que esto es un punto de inflexión en mi vida. Es un lujo de experiencia. Da esperanzas de que las cosas puedan salir. El Price es un símbolo. Es un teatro, un edificio, un circo. Espero volver pronto de público. De artista, ojalá que exista esa posibilidad.”

JORGE CASTRO (MALABARISTA) – MADRID, 1993

“Me encantaría volver”

"De familia dominicana fui criado sobre todo en Ourense (Galicia). Desde pequeño siempre estuve brincando y era considerado el payasete allí a donde iba, mi madre decía que tenía que estar en un circo y trabajar de payaso. Esto no pasó hasta los 23 años cuando, después de conocer a una chica y enseñarme posturas en las telas, fui a una nave de circo en donde recibí mis primeras clases: malabares, verticales, aéreos, etc. Dos años después, decidí tomarlo de manera más profesional y así fue como audicioné para la Vértigo, donde estuve casi un año, y donde decidí mi disciplina, la del malabar. Como en esta escuela no había malabar como especialidad, me busqué otra escuela, entrando así en la INAC. Yo conocí el Price hace un par de años, gracias al EUCIMA. A partir de ahí, supe más sobre el espacio, el reconocimiento que tiene… Nunca me planteé que podía actuar aquí hasta que salió esta oportunidad. Es increíble el lugar, el edificio, la historia que tiene, la gente que ha pasado por aquí,… ¡Es muy fuerte! Me encantaría volver al Price. Sé que si vuelvo será una experiencia muy diferente; esta es única."

(Artículo publicado en el número 66 de la revista Zirkólika)

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