El circo escandinavo es reconocido por su innovación y peso dentro de la escena del circo contemporáneo europeo. Race Horse Company se convirtió hace años en una de sus cabezas más visibles tras la exitosa gira de Petit Mal que tantos premios y admiraciones cosechó.

En mayo de 2014 la compañía estrenó su último espectáculo, Super Sunday, que hasta hoy domingo 9 de noviembre se puede ver el Circo Price. Aunque la compañía haya añadido a tres artistas más al elenco, el espíritu de su anterior espectáculo sigue vivo. Predomina el humor, el escaso guión y la pasión por estructuras aparatosas y espectaculares.

Vestidos con horribles camisas setenteras, en el escenario ya aparecen con todo el material que van a usar a la vista. Ese aspecto desordenado se sucede durante todo el espectáculo. No existe más trama que una peculiar feria, donde los elementos cobran nuevo protagonismo.

El tiovivo es la entrada a su mundo particular, girando a toda velocidad, y siendo la base desde la que saltar a los otros aparatos. No escatiman en gastos, llegan a mostrar en escena una báscula coreana, con una rutina que va de menos a más entre cuatro acróbatas; un columpio que sirve para catapultar por los aires a las personas; una barra rusa para mostrar sólo tres saltos; y hasta una rueda de la muerte que usan más para “crucificar” a uno de los artistas, atándolo a la estructura mientras esta gira lentamente.

Esa es la sensación que deja esta función. La de haber visto 90 minutos de circo entretenido y divertido, gamberro y punky, donde los artistas utilizan mucho aparataje pero sin conseguir ofrecer una actuación sobresaliente en ninguno. La honrosa excepción es la vistosa actuación en la cama elástica doble, llena de ritmo y sincronía, realizada por Kosonen y Kahru, que levanta y sostiene el espectáculo.