Cristi Garbo. Una payasa universal

Cristi Garbo. Una payasa universal

Marina Suleymanova. "Soy payasa en el escenario, no en la vida”, asegura al sentarse frente a mí en una terraza del barrio de la Barceloneta de Barcelona. Pero durante nuestra conversación evidencia todo lo contrario: “Cuando actúo, explico historias a través de unos personajes que he creado desde mi locura y a partir de mis pequeños fracasos”. Y añade: “Ser payasa me ha ayudado mucho en mi vida personal”.

Cristina es una payasa proteiforme: ha construido tres caracteres diferentes, pero los tres conectados a su personalidad. La payasa Blue es sexy y glamurosa. La Nosferata recuerda a un carablanca y en cambio es el más oscuro de los tres personajes. La Geisha, el personaje más reciente, representa la parte más dulce de Cristi, la más suave pero también la más torpe y necia. Lo más divertido comienza cuando los tres caracteres coinciden en la misma situación escénica: “A veces, mientras estoy haciendo la sexy —la Blue—, me sale la monstrua mandona —la Nosferata—, y la Nosferata se contagia de la dulzura y el poder de seducción de la Geisha. Pero, al fin y al cabo, siempre soy yo”.

Cristi Garbo hizo su primer curso de payaso con Berty Tovías, en el Col·legi de Teatre de Barcelona. “Al salir pensé que este arte es fantástico, como una manera diferente de ver las cosas”, recuerda. Cabe destacar que antes de enamorarse del arte del payaso, Cristina ya era actriz. Más tarde se apuntó al curso impartido por Jango Edwards, a quien no conocía antes. Este encuentro cambió su vida. “Jango me transmitió la libertad que he de tener actuando y me ha hecho creer en mi poder como payasa”.

Cristina me explicó que una noche, durante una actuación en el café-teatro El Llantiol, quería probar cosas nuevas. El teatro estaba lleno de público, y a ella le pasó todo lo que a uno le puede pasar durante una actuación: “Las cosas me caían, el micro no funcionaba, el vestido se me abría… ¡y la gente se partía de risa! Fue una de las actuaciones más divertidas de mi vida”. Jango, que aquella noche estaba entre el público y vio cómo su futura esposa luchaba desesperadamente, al final del espectáculo le dijo: “Hoy me he dado cuenta de la gran payasa que eres”.

“Cuando actúo, intento crear con el público un pequeño mundo donde nos podamos sentir tranquilos y libres”. Cristi Garbo considera que nuestro mundo necesita más humanidad, más bondad y empatía, saber escuchar a los demás, entender cómo somos y comprender cómo son los demás. “El payaso nos da una buena lección para recordarnos todo esto. Creo que el arte en general —ya no hablo sólo del payaso: el teatro, la pintura, la música…—, nos hace mejores como personas. Y al ser nosotros mejor, el mundo puede mejorar también”.

(Reportaje publicado en el número 64 de la revista Zirkólika). 

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