Entrevista a la antipodista Consuelo Reyes, Premio Nacional de Circo 2018

Entrevista a la antipodista Consuelo Reyes, Premio Nacional de Circo 2018

Marcel Barrera. Después de 41 años de carrera, la antipodista Consuelo Reyes ha ganado el Premio Nacional de Circo 2018 que concede el Ministerio de Cultura. Con los pies en el suelo y la cabeza muy clara, Reyes nos concede una entrevista telefónica desde su casa en Oleggio, Italia. La artista nos habla de cómo ha llegado al virtuosismo con los pies, del duro aprendizaje con su padre Tito Reyes y de la crisis del circo tradicional en Europa. ¡Ah! y de sus deseos, como ver actuar a sus hijos en el Circo Price y pisar Córdoba, la ciudad donde nació durante una gira del circo de sus abuelos. A pocos años de retirarse, Consuelo Reyes tiene un nuevo premio y toda una vida por contar.

Me da un poco de vergüenza decirlo pero hemos de mirar al YouTube para conocer su número. A pesar de sus 41 años de carrera, ha actuado una sola vez en España…

He estado media vida entre Alemania y Francia sin pisar casi España, donde solo he participado en una televisión en San Sebastián hace 25 años y luego en las Estrellas del Circo en Albacete. Creía que en España no me conocían, por eso me ha extrañado tanto el premio.

¿Cómo ha conseguido llegar al virtuosismo con los pies?

Pues de la única manera posible. Ensayando muchísimo y con un gran maestro que era mi padre [Tito Reyes]. Él quería alcanzar lo que nadie habia conseguido antes y conmigo hizo un montón de experimentos que unos años años más tarde me los explicó. Me proponía hacer cosas que se le ocurrían, sin saber si eran posibles.

¿Y cómo recuerda ese aprendizaje?

¡Uf! Era durísimo. Ensayábamos todos los días por lo menos tres horas, nevara, lloviera o hiciera viento. Fue muy duro, pero él quería dejar a los hijos un oficio en el que fuéramos los mejores para poder vivir bien de esto.

¿Qué músicas le han acompañado?

Escuchar la misma música todos los días se hace muy pesado y hay que evolucionar. Han ido cambiando a lo largo de los años, pero las que más me gustan son las de Maynard Fergusson y la quinta de Bethoven o Chaikovski. Estas me encantaban.

¿Por qué elegiste el antipodismo?

No lo escogí yo. A mi padre le gustaba, él pensaba que era una cosa muy  femenina y delicada estéticamente. A los 6 años empezó a ponerme un tubito en el pie a ver si conseguía balancearlo. Según su idea, tenía que empezar pronto. A los 8 años ya ensayaba bien todos los días. Como yo hago el número acostada, me decía que a mí me gustaba porque era un poco vaga [Ríe]. Y yo digo digo "¡Hombre, es que él estaba en equilibrio sobre cabeza; y eso comparado con lo que hacía yo! Mi padre decía que los niños no saben lo que quieren y que para ellos empezar a ensayar es como un juego divertido y que luego se cansan. A mí me gustó. Si no te gusta y te obligan, no consigues llegar muy lejos.

Y usted ha llegado muy lejos… ¿La cascada con los cinco balones de baloncesto la hace desde su debut?

¡Qué va! Fue otro de los trucos de mi padre, que quería ver si había sitio para cinco balones. No lo habíamos visto nunca esto. Pasar de las cuatro a las cinco pelotas me costó dos años de ensayos. Mi pobre padre se pasó media vida recogiendo pelotas.

Se necesita una gran coordinación.

Exactamente. Esa es la dificultad,  la coordinación entre la mano izquierda y la derecha, y el pie izquierdo con el derecho. Todo al mismo tiempo. No hay otra forma que ensayar. Ahora todavía se puede ver algún video y uno se puede hacer a a la idea, pero entonces no había más que ensayar a porrazos.

Ensayar y ensayar hasta ganar dos Circus World Championship.

Gané las ediciones de 1981 y en 1984, antes de mi actuación en el Festival de Circo de Montecarlo. Era un campeonato mundial que filmaba la BBC y donde competían dos números.  En el 1981 gané contra unas antipodistas chinas y luego, en 1984, contra Elianne Baranton, una grandísima antipodista.

¿Ha calculado alguna vez la velocidad con la que trabajan sus pies ?

Bastante rápido. Alguna vez me he dado en la cara y duele bastante, hay que estar muy alerta.  Cuando se hacen los cuatro rulos a la vez la vez, o las cinco pelotas en cascada, no basta con tener un objeto en un pie y otro en el segundo pie. No es suficiente con sacar una cantidad de aparatos a la pista para decir que se hace el truco.

Hay que hacer alguna cosa más que malabares…

Mi familia siempre ha pensado que hay que hacer alguna cosa más de cualquier cosa que uno se proponga. No basta con hacer lo que han hecho todos. Hay que poner un granillo de arena para hacer crecer esto. Si no, estaríamos parados y haciendo una rondada y tres pelotitas. Como en todos los oficios, en el circo hay que hacer algo nuevo, por lo menos intentarlo.

También trabajan los dedos de sus pies o solo las plantas ?

Todo influye y todo es importante para hacer los ejercicios. En los pies es donde paran todos los objetos y la sensibilidad es importante, pero yo hago las puntas y los dedos también cuentan.

¿Y cómo se entrenan los dedos de los pies?

Pues como con las manos: calentarse bien, un buen masaje y después ensayar. Empecé a los 8 años y de mayor me encontré, sin darme cuenta, con toda la preparación hecha. Cuando empiezas de pequeña, es el maestro que te va enseñando, y a los 15 o 16 años no sabes ni cómo has llegdo allí. Ya te han preparado durante todo este tiempo. Poco a poco llegas a tener una sensibilidad y una flexibilidad que no sabes ni cómo llegó. Pero solo se consigue ensayando. Ese rollo de que uno nace para algo, no existe.

Y usted sigue ensayando.

Ahora un poquito menos porque trabajo menos por muchas razones. Tengo que estar en casa, mi madre está conmigo y tengo que cuidarla. Ya viajo menos y en consecuencia ensayo menos, pero tengo que seguir, de lo contrario el nivel no lo tienes. Desgraciadamente, solo para mantener lo que has alcanzado, los números de malabares o de pies se tienen que seguir ensayando toda la vida. Las actuaciones que hago tienen que ser cortas y que me permitan ir y volver, tipo galas. Lo voy dejando despacito, pero oficialmente todavía no me he retirado.

¿Y cómo consigue los estímulos para seguir con esta rutina de ensayos?

Hay que esforzarse mucho. Es mas fácil cuando alguien te obliga que cuando eres mayor y tienes que hacerlo tu solita. Los estímulos los tengo porque tengo mis hijos que hacen el mismo trabajo y quiero dar un buen ejemplo.

Y ahora una de sus tres hijas, Selyna, ha ganado un importante premio en la misma disciplina en Rusia. ¿ Como les ha enseñado?

Ha ganado un Elefante de Plata en Moscú. Más que transmitir los conocimientos, se los he mostrado [ríe]. Quien ha tenido la paciencia de seguirla ha sido su padre, yo poca paciencia tengo. Yo se lo mostraba y el padre estaba junto a ella y recogía los aparatos que se caían. Es parte del trabajo. Hasta que uno no aprende, se cae todo y saltan pelotas y rulos por todos lados.

Dice que tiene poca paciencia…

[Ríe] Muy poca, incluso conmigo misma. Es muy difícil enseñar una cosa que uno hace, yo he preferido mostrarlo.

¿Puede ser que Selyna supere a su madre en este espíritu de superación que tiene la família?

¡Claro! Espero que sí. Está en muy buen punto. Le falta poquito.

¿Qué especialidad tienen sus otros dos hijos, que también se dedican al circo?

Daniel es malabarista con las manos  y la pequeña [Milena], no lo sabemos, todavía va a la escuela. Está ensayando un poquito pero todavía no se ve lo que quiere hacer después. Es de una generación que se pregunta muchas cosas antes de intentar algo, pero está probando el trapecio.

Dicen que los jóvenes de hoy no tienen el mismo espíritu de superación que los de antes…

Depende del carácter. Creo que, en general, están acostumbrados a tener las cosas bastante fáciles. Comparado con la vida que hacíamos nosotros, ellos estan muy cómodos. Es normal; es la vida que ha cambiado. La vida moderna es diferente y se trabaja más con Internet y el teléfono y menos el aspecto corporal.

¿Les da consejos a los hijos?

Claro que sí. Nosotros seguimos siendo padres a la antigua, por mucho que ellos sean modernos. Tengo hijos mayores, pero por lo menos te escuchan. Que te hagan caso ya es otra cosa.

Hablemos de la crítica situación del circo. Han cerrado el Circo Mundial, el Circo Americano, muchos circos tradicionales han perdido público. ¿Cómo vive usted la crisis del circo tradicional en España?

No solamente en España; la crisis también está en el resto de Europa. Pero al mismo tiempo hay muchas cosas nuevas, o sea que se trata solo de una transformación. No creo que sea el fin. Hay que evolucionar y adaptarse a lo que quiere el público. Modernizarse un poquito y a ver cómo funciona. En todos los oficios pasa lo mismo. Llega un momento en que hay que adaptarse y hacer algo nuevo. Hay mucha concurrencia y la oferta de cosas es enorme. No da para todos y hay que hacer algo nuevo para que la gente tenga el interés.

¿Esa puesta al día o modernización pasa por suprimir los animales ?

[Silencio] No creo que eso sea necesario. La pena es que el circo vive en su mundo y no se dio cuenta del  daño que estaban haciendo los animalistas. La gente se ha hecho a la idea y ahora es un poco tarde para explicar que todo lo que cuentan es mentira. Actualmente,  lo defendemos solo los que verdaderamente nos gusta el circo. El resto dicen: ‘¡O no! ¡Qué asco el circo con animales!’. Y lo dicen sin una buena información y con mucho desconocimiento. Eso es lo que más rabia me da. He tenido la gran suerte de trabajar con personas que respeto muchísimo y que se han vuelto locos para cuidar a los animales del mejor modo posible. Era también su interés,  porque si uno trabaja con animales lo que quiere es que tengan buena salud. Si están mal es peligroso para el domador. Es una tontería lo que se escucha de vez en cuando. Son cosas que me ponen los pelos de punta. ¿Qué sentido tendría tratarlo mal cuando el interés del domador es que esté bien para poderlo exhibir en la pista? ¿Somos sádicos o todos criminales ? ¡Es increíble!

La reacción de los circos ha llegado tarde.

Sí, los primeros interesados no se dieron cuenta de lo que estaba pasando y no se explicaron, ahora ya resulta un poco tarde. Se ha convertido en una moda hablar mal y sin conocimiento de los animales en el circo. Pero es normal,  el circo es un mundo y mientras uno está viajando con miles de problemas, no se para a mirar lo que publica un periódico y a responder en el caso de que sea mentira. Los circos pensaron: ‘Pues bueno ya se aclarará todo’. Pero así no funciona. Han pasado los años y mira el follón con el que se han encontrado. Una pena no haberlo aclarado antes.

¿Le gustaría actuar en el Price? 

Yo ya tengo poca ilusión en esto. Lo intentamos hace muchos años, pero no coincidimos con las fechas. Intentaron que rompiera el contrato con el Krone pero esto no lo podía hacer. No  hubo manera y después no conseguimos ponernos de acuerdo. Me gustaría ver a mis hijos, eso sí;  ellos estan empezando y yo estoy ya al final de la carrera. Con lo que he hecho ya me basta. Me gustaría verlos a ellos, que nunca han actuado en España.  Yo nací en Córdoba. Mis padres estaban actuando con el circo de mi abuelo en la feria. No sé el nombre que tenía, cambiaban a cada momento. Nunca he vuelto a Córdoba y tarde o temprano quiero ir, al menos a visitar la ciudad. Ya sería hora de que diera un paseíto por allí.

¿Que supone para usted recibir el Premio Nacional de Circo?

Para mí ha sido muy inesperado. Cuando en 1985 actué en el festival de Montecarlo no había ni un periodista español. Creía que en España no me conocian y ha sido una enorme sorpresa el premio. Me sorprendió muchísimo y además me lo dijeron el día de mi cumpleaños, el 28 de septiembre.

[Entrevista publicada en el número 59 de la revista ZIRKÓLIKA]

 

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