Marina Suleymanova. Aunque cada uno pueda interpretar el nombre de la compañía Madame Gaüc a su manera, sus miembros y creadores, Maria Palma y Mon Mató, dicen que antiguamente el nombre “gaüc” pertenecía a las personas que amaban el circo. Además, el verbo inglés “to gawc” significa “mirar boquiabierto”. Sin decir más, está muy claro que hablaremos sobre dos jóvenes orgullosos y apasionados del camino circense que han elegido.

Maria Palma y Mon Mató comenzaron su carrera en el Centro de las Artes del Circo Rogelio Rivel, en Barcelona. Para dedicarse a las artes circenses, la voladora profesional, Maria Palma, licenciada en INEFC, decidió dejar los deportes acuáticos. Al provocador de la gravedad licenciado en sociología, Mon Mató, al mundo del circo le han conducido una gran pasión por los deportes extremos y las artes escénicas. “Raimon toca el clarinete y yo el acordeón y la guitarra, ahí fue la primera conexión”, recuerda Maria. Así, el deporte, la música y las artes escénicas fueron el punto de unión entre dos jóvenes artistas, que en un futuro decidirán crear su propia compañía.

Al principio se reunían tras salir de las clases en el Rogelio, para improvisar con sus instrumentos, y acabaron encargándose de la parte musical de fin de curso. Se reían bastante y de ahí salió su primer número de portés acrobáticos y música con el que juntos se aplicaron a la escuela Codarts de Rotterdam, siendo ambos admitidos para seguir su formación. En Rotterdam, a parte de los portés acrobáticos, se han especializado en báscula húngara y después de acabar sus estudios decidieron volver a Barcelona y empezar el camino laboral. “En las decisiones más importantes que hemos tomado siempre nos hemos entendido bastante”, resume Mon mirando a Maria que asiente con la cabeza.

Su primer espectáculo FIL, una historia de un salto que habla de las dificultades del día a día y de diferentes estados de su relación a través de portés acrobáticos y báscula, salió de un número con la lámpara que los artistas crearon en Rotterdam, durante las clases de la composición. “Una lámpara hecha a mano del bote de tomate de un restaurante donde curraba yo y un simple cable que nos unía, empezábamos a jugar”, rememora Maria. Y cada vez que presentaban su número se quedaban con más ganas y necesidad de estar sobre el escenario, investigar su disciplina y “pasar las horas buscando nuestro mundo”, añade Mon.

No han escogido el camino fácil para su primera creación. FIL no parece ser la obra de una compañía emergente. El espectáculo tiene una desarrollada dramaturgia, diálogos y está creado para la sala, con luces, músicas y una puesta en escena. Les está naciendo un espectáculo vibrante, encendido, hecho de corazón. “Nos gustan los espectáculos que provocan una reflexión, una transformación en nosotros. Es lo que también hemos buscado en nuestro camino, FIL es un viaje emocional”, dice Maria. Durante el proceso de creación, los artistas han trabajado con Anna Pascual, Lali Ayguadé, Ricard Sole y Tomeu Amer que les ayudaron en sus primeros pasos. “Fue todo un aprendizaje, no sabíamos cómo crear un espectáculo, no lo habíamos hecho nunca”, dice Mon.

Desarrollando su propia propuesta artística, a parte de la residencia en La Central del Circ (Barcelona), la compañía también recibió la atención de importantes centros europeos de creación de circo como el Pôle National des Arts du Cirque La Cascade y Room100. Asimismo, los artistas formaron parte de proyectos de circo locales e internacionales como el espectáculo Dioptries de la compañía Toti Toronell, la primera creación de la Cia. Pakatras y Manos a la Ópera, una producción del Petit Liceu. Además, Madame Gaüc colaboró con el proyecto de circo y teatro itinerante NILAK. El espectáculo FIL, poético, reflexivo y cercano, sigue su última fase de creación y está deseando salir a los escenarios. 

(Reportaje publicado en el número 63 de la revista Zirkólika). 

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