Mariona Moya: “En Bruselas me llamaban la Picasso del funambulismo”

Mariona Moya: “En Bruselas me llamaban la Picasso del funambulismo”
Espectáculo H, Compañía La Córcoles. Foto: Txus Garcia

Conocida artísticamente como La Córcoles, Mariona Moya se ha creado un camino propio dentro del mundo del circo. Su trayectoria artística se remonta a su infancia a lomos de un caballo sobre el que practicaba volteo ecuestre.

Su incursión en el funambulismo en 2015 marcó un antes y un después en su carrera, llevándola a colaborar con diversas compañías y proyectos internacionales entre los que figuran Les Colporteurs, Cirque Rouages, Manolo Alcántara, Compagnie La Coupole o Cia Vöel, entre otros.

En 2023 estrenó ‘H’, un espectáculo que le valió el premio al Mejor espectáculo de circo de calle en los Premios Zirkólika y al mejor espectáculo de calle Fetén 2024. Su próxima obra, ‘Carena‘, se estrenará oficialmente en la próxima edición de Territorio Creativo Fira Tàrrega 2024.

Tu estilo busca una renovación del funambulismo clásico, ¿es un camino en solitario o sientes que formas parte de un movimiento artístico?

Es difícil de saber pero siento que mi búsqueda es muy personal y autodidacta. Es el resultado de muchísimas horas de investigación. Yo trabajo a partir de improvisaciones y mis espectáculos nacen de ellas. Por ejemplo ‘H’, es el producto de 9 años de búsqueda y juego que se han condensado en esta pieza.

En tu trabajo percibimos una fusión de estilos y técnicas, ¿qué disciplinas practicabas antes de descubrir el funambulismo?

Digamos que desde los seis años he estado en contacto con las artes escénicas, empecé haciendo volteo ecuestre y gimnasia de niña. Antes del funambulismo hice cable durante nueve años. Lo descubrí por casualidad en 2007. Tenía 27 años y llevaba desde los 17 bailando y formándome en teatro. 

Con 28 años empecé a mirar convocatorias para estudiar circo pero me decían que ya era muy vieja aunque yo me sentía bien y tenía una buena base. Luego vi el espectáculo de Colporteurs, Le Fil sur la neige. Al ver a Antoine y a Agathe sobre el cable con su edad entendí que hay muchas maneras de hacer circo. 

Me puse un cable en el jardín y al final desarrollé a un lenguaje propio y personal. Igual no hago mortales ni piruetas pero tengo mi sello personal. Fueron nueve años de cable y ahora nueve de funambulismo.

¿Cómo ha sido tu trayectoria profesional hasta llegar a crear dos espectáculos en solitario?

Empecé haciendo danza vertical en la Compañía Deambulants en Celrà, que ha sido un epicentro de la danza en el que nos hemos formado muchas artistas. Deambulants se disolvió y se convirtió la Compañía Estampadas, que todavía sigue en activo. Después, creé mi primer espectáculo, Gris, en 2010 con Andrés Melero y empecé a girar por festivales europeos. 

Tras descubrir el funambulismo me uní a la Compagnie Chaussons Rouges, formada por un dúo de equilibristas belgas que buscaban renovar el género. Creamos la pieza Hircus. Después me uní al espectáculo Sodade, del Cirque Rouages, sustituyendo a la funambulista y con ellos giré por Europa y Asia.

En 2020 terminó la gira del Cirque Rouages, llegó el COVID y me quedé embarazada. Fui madre en Catalunya y tenía ganas de parar un poco la vida en la carretera y crear algo más cercano y familiar. De ahí se han generado estas dos piezas de H y Carena, que tenía ya en el bolsillo desde hace tiempo y en las que he tenido la suerte trabajar con Sergi Ots de la Compañía Pontenpie.

¿Cuál es la mayor diferencia entre trabajar en grandes compañías y trabajar ahora en solitario?

Pues que voy de culo como todas las artistas (risas). Nos están ahogando un poco con la burocracia y la producción. Yo al menos no tengo nadie en la oficina y todo son mails urgentes y papeles y más papeles.

¿Cómo fueron tus primeras sensaciones al comenzar a practicar funambulismo?

Empecé de casualidad, pensé que no me iba a gustar. Me apunté a un curso en Bruselas en un momento de muchos cambios en mi vida personal y profesional. Llegue allí sin saber si me iba a interesar y me encontré con una disciplina muy virgen, en la que sentí que había mucho por explorar.

El profesor de aquel curso, Denis Josselin, tenía una base muy tradicional pero ya empezaba a incorporar el movimiento. Eso sí, siempre en una visión muy clásica, con sus posiciones y un repertorio estricto en el que cada postura tiene un nombre y los números tienen una estructura muy marcada. 

Yo no entendía que los funambulistas no jugaran con la barra, que mide 7 metros y pesa tanto como para cambiar tu corporalidad y tu movimiento. Como yo venía de la danza desde pequeña y también había experimentado con el teatro de calle y de objetos, entré en el funambulismo desde ese lugar. 

Comencé a investigar sin influencias, de una manera muy autodidacta. Fue lento, pero creo que lo que ahora llega de mi trabajo es que todo es verídico, mi movimiento viene de mi arqueología emocional y de horas de búsqueda de en solitario.

¿No seguiste formándote?

Sí, volví a Bruselas e hice una par de cursos más, pero enseguida me llamaron a mí para dar clases. Me dijeron que yo era como la Picasso del funambulismo (risas). Me gustó mucho aquella frase porque daba valor a mi investigación.

Después fui descubriendo otras funambulistas que habían empezado antes que yo y que no conocía. También buscaban renovar el funambulismo clásico pero habían elegido otros caminos, con mayor altura, por ejemplo, mientras que a mi me gusta darle más importancia al movimiento y al gesto y esto te lo permite una altura más discreta y cercana al público.

¿No elimina eso el componente de riesgo? ¿Puede el funambulismo sobrevivir sin él?

A mi me interesa romper con el funámbulo divino, inaccesible y prodigioso que no me interesa personalmente. Entiendo que es algo maravilloso y una experiencia que pone la adrenalina a tope en ciertos momentos pero yo prefiero buscar por el otro lado que trata la disciplina como algo más elástico.

¿Qué sueños te quedan por cumplir? 

Tengo muchos, por ejemplo, me gustaría proponer laboratorios y crear una troupe de funambulistas con la que descuadrar los formatos clásicos e investigar.

Foto: Txus Garcia

¿Has tenido alguna experiencia similar?

Con Sergi Ots participé un proyecto europeo que reunía artistas de Bélgica, Irlanda y Rumanía. Todo comenzó con el antiguo director de l´Ecole de Cirque de Bruxelles, una escuela dedicada a formar formadores de circo. Se enamoró de la disciplina y comenzó a generar encuentros y cursos de funambulismo accesibles para todos.

El proyecto se llamó Wires Crossed e incluía la participación de artistas amateurs y profesionales de cada país. El proceso fue un desafío, nos tuvimos que adaptar a diferentes elencos y recursos en cada país. Trabajando en equipo con Sergi Ots, director del espectáculo, creamos BassAlto. Este espectáculo multifunambulista se presentó en festivales en Irlanda y Bruselas, así como en un ensayo abierto en Rumanía.

El proyecto duró un par de años, hubo formación, creación y exhibición pero no era fácil de mover y tuvimos el COVID de por medio. Muchas ideas se quedaron en el tintero. Para mí es un sueño poder investigar por ese camino.

¿Cuáles son tus planes de futuro inmediatos?

Este verano tenemos una bonita gira. El nuevo espectáculo Carena, se estrenará en Girona, después vamos al Festival Grec y al Festival Esbaiola´t, que ha sido una de los coproductores. También vamos a estar en Portugal, en el Festival Dos Canais de Aveiro y más adelante en Fira Tárrega, que ha sido también coproductor. 

‘H’ sigue funcionando muy bien y esperamos que tenga continuidad en 2025 y que en 2026 pueda seguir girando.  Y después en el futuro hay muchas cosas pero todavía no puedo contar nada, habrá colaboraciones.

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